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En la madrugada del 17 de noviembre de 2008, una operación conjunta entre el servicio francés de la Direction Centrale du Renséignements Interieur (DCRI) y el Servicio de Información de la Guardia Civil culminó con la detención en una vivienda de Cauterets (Francia) del dirigente de ETA Miguel de Garikoitz Aspiazu Rubina “Txeroki” y de la también miembro de la organización terrorista Leire López Zurutuza.

El registro del domicilio de los arrestados finalizó con la incautación de dos armas cortas, ordenadores, memorias USB, documentos de identidad falsos (británicos, franceses y españoles), mapas de diferentes zonas del País vasco-francés, algo más de 3.000 euros y elementos de caracterización que utilizaban para pasar desapercibidos.

En el momento de su detención, Aspiazu Rubina era dirigente del “Aparato militar” de ETA, responsable de los comandos armados, fijando los objetivos contra los que atentar a los referidos comandos, facilitando el material a los mismos para cometer los ataques y estableciendo la asistencia de los terroristas a los “cursillos” de adiestramiento.

Además de la propia detención del máximo responsable del aparato militar terrorista, la importancia de la operación hay que situarla en el contexto de las sucesivas detenciones de los máximos responsables del mencionado aparato militar que tuvieron lugar entre mayo de 2008 y mayo de 2010, en servicios desarrollados por la Guardia Civil con las autoridades francesas. El conjunto de estas detenciones dificultó a ETA desarrollar sus planes criminales.

En marzo de 2013 fue condenado por el Tribunal de lo Criminal de París (Francia) a 20 años de prisión como jefe del “aparato militar” de ETA, por su participación el 24 de agosto de 2007 en el robo a mano armada de la caravana de una familia de Gipuzkoa. La caravana pretendía ser utilizada como vehículo-bomba en un atentado contra el complejo turístico Marina d’Or, en Oropesa de Mar (Castellón). Los terroristas que iban a cometer el atentado hicieron explosionar el vehículo-bomba en un paraje aislado de Las Cuevas de Vinromá (Castellón), el 26 de agosto de 2007, cuando se sintieron descubiertos por la Guardia Civil.

Con esta operación quedó nuevamente constancia de la perseverancia como seña de identidad de la Guardia Civil en su lucha contra la organización terrorista ETA.