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 Comandante José Manuel Corral Peón

Se me hiela el corazón cada vez que escucho a alguien decir que no sabe si nuestro sacrificio habrá merecido la pena.

La primera vez que lo escuché, en clara referencia a la implicación de las fuerzas y cuerpos de seguridad en la lucha antiterrorista, mi respuesta no se hizo esperar: “siempre merecerá la pena velar por el cumplimiento de la ley sobre todo cuando está en peligro la seguridad ciudadana, que pasa por el respeto a la vida y la dignidad de las personas., o dicho de una forma más académica, por defender los derechos y libertades de los ciudadanos.”

En momentos convulsos como los que estamos atravesando, esa respuesta doctrinal dada desde el más absoluto convencimiento, se consolida y toma fuerza, no solo con la satisfacción y el orgullo del deber cumplido, sino también con el reconocimiento explícito de una gran parte de la población que no en vano consideran desde hace tiempo a la Guardia Civil como una de las instituciones más valoradas del estado.

No obstante, ello no impide que no debamos sopesar las razones que subyacen detrás de esas voces que no entienden la deriva que están tomando las negociaciones para formar el nuevo gobierno de España, poniendo en solfa los pilares de nuestro estado de derecho.

Por consiguiente y sin entrar en otras cuestiones o matices de índole política, sobradamente conocidas, no puede extrañar a nadie que, ante los derroteros que se están tomando tengamos un sentimiento de frustración que, efectivamente, puede ir más allá de la mera decepción, cuando vemos que los designios de nuestra nación van a depender, entre otros, de los que, a día de hoy todavía no han condenado el terrorismo de ETA, con total desprecio hacia las víctimas que dieron sus vidas para defender el orden constitucional legalmente establecido.

La falta de condena del terrorismo de ETA por parte de algunos actores políticos es motivo de preocupación, ya que socava los cimientos de la democracia y desestabiliza la confianza en las instituciones.

Con todo, estoy convencido de que si mereció la pena, y no precisamente por lo que dijo recientemente uno de los más sanguinarios terroristas de ETA al afirmar que "los guardias civiles que murieron ya sabían cuál era su función", sino porque confío plenamente en la profesionalidad, la integridad y fortaleza de todos ellos.

El sacrificio de las fuerzas y cuerpos de seguridad en su labor por garantizar la seguridad ciudadana y el estado de derecho en España es una tarea que siempre merece la pena. Su compromiso con la protección de los derechos y libertades de los ciudadanos es invaluable.

En este momento crucial, es esencial que los ciudadanos ejerzan su soberanía para influir en la dirección del país y asegurarse de que el interés general deje de ser una quimera y prevalezca sobre cualquier otra consideración. La seguridad ciudadana y el estado de derecho son valores inquebrantables que deben ser protegidos y valorados por todos los españoles.

José Manuel Corral Peón