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Por una vez y sin que sirva de precedente, voy a opinar sobre la actualidad política, lo que no quiere decir que me vaya a saltar mis propios principios, es decir, no voy a abandonar la neutralidad política que, como guardia civil, en activo o retirado, siempre he mantenido.

Para ser sincero y para aquellos que pudieran pensar que manifestar mi apoyo, el mío propio, al imperio de la Ley, manifestar mi respeto a la Constitución y mi lealtad a las instituciones, especialmente a aquellas que deben impartir justicia, es romper mi neutralidad política, debo decirles que no es así, porque declarar mi compromiso, el adquirido por mí mismo, como por muchos de mis compañeros, al tomar posesión de nuestro cargo, no es más que recordar que los hombres de honor, jamás deben romper el juramento dado.

La fórmula es sencilla, y así se pone por escrito, negro sobre blanco para poder adquirir la condición de guardia civil, previamente deberemos prestar juramento o promesa de cumplir fielmente nuestras obligaciones profesionales, “con lealtad al Rey y de guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado”.

Es concretamente lo que dice el Artículo 4. “Juramento o promesa ante la Bandera de España”, del Régimen del Personal de la Guardia Civil, y es concretamente lo que hacemos los guardias civiles cuando Juramos Bandera, en un acto público, y que siempre está revestido de la mayor solemnidad para engrandecimiento del Cuerpo y del mayor orgullo por todos los que finalmente con ese acto nos convertimos en Guardias Civiles. Este acto, que se ajusta y así lo dispone el artículo 4º del citado Régimen de Personal, a la siguiente secuencia literal:

“El jefe de la unidad que tome el juramento o promesa ante la Bandera pronunciará la siguiente fórmula:

«¡Guardias civiles!, ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuere, entregar vuestra vida en defensa de España?».

A lo que los guardias civiles contestamos: «Sí, lo hacemos».”

El jefe de la unidad entonces nos recuerda que: «Si cumplís vuestro juramento o promesa, España os lo agradecerá y premiará, y si no, os lo demandará», y añade: «Guardias civiles, ¡Viva España!», y «¡Viva el Rey!», que son contestados con los correspondientes: «¡Viva!», por todos los que hemos jurado guardar y hacer guardar la Constitución, que hemos jurado obedecer y respetar al Rey y a nuestros Jefes, que hemos jurado no abandonarlos y que hemos jurado entregar nuestra vida en defensa de España. Si fuese preciso y a continuación, los guardias civiles besamos uno a uno la Bandera para, posteriormente, y como señal de que España acepta nuestro juramento o promesa, desfilamos bajo ella.

Por lo tanto, no se entiende que, tan sólo por recordar nuestro juramento, se nos diga que abandonamos la neutralidad política que nos caracteriza a los guardias civiles, por encima de otras policías politizadas, entregadas al servicio de delincuentes o filo etarras, a las cuales no se las investiga por romper la neutralidad política que a ellas también se les exige cumplir, y se les permite que se salten las leyes y que falten a la promesa hecha para defender nuestra Constitución, la de todos.

Por otro lado, el artículo 104 de la Constitución encomienda a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad la “misión de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades públicas y garantizar la seguridad ciudadana”, que militares o guardias civiles manifiesten que esto es así, no se puede decir que sea romper su neutralidad política, ya que en todo caso es enunciar una de las misiones que, tras el juramento, nos encomienda la propia Constitución para guardar, hacer guardar y respetar la que es la norma fundamental del Estado.

Recriminarnos por recordar, a quienes lo suelen olvidar, que nuestro Estado de Derecho se rige por el respeto a nuestra Constitución, por recordar a quienes suelen olvidar cuales son las misiones que nuestra Carta magna nos encomienda, nunca pude considerarse como un posicionamiento político, como no debería serlo manifestar que ciertos pactos con partidos políticos, que de forma reiterada han manifestado que quieren saltarse la Constitución y romper el Estado, es acabar con nuestra Carta Magna, a la que hemos jurado guardar, respetar y defender.

Es curioso que se persiga a guardias civiles y militares por el mero hecho de manifestar lo que dice la Constitución o por hacer referencia a su propio reglamento interno y se permita que delincuentes retuerzan en Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y hasta la propia Constitución para su beneficio propio, que se permita a delincuentes y pro terroristas decidir el futuro de la Guardia Civil, de las Fuerzas Armadas, en sus territorios, permitiendo por tanto que se pierdan competencias del Estado tan importantes, como es la seguridad de nuestras costas, de nuestros puertos, de nuestros aeropuertos, poniendo en riesgo no solo la seguridad de los ciudadanos de esos territorios, sino el de toda nuestra nación.

Alguien ha olvidado que la misión de las Fuerzas Armadas, según la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional, y de acuerdo con el artículo 8.1 de la Constitución, es la de “garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”, como lo es, según esta misma Ley Orgánica, que “las Fuerzas Armadas, junto con las Instituciones del Estado y las Administraciones públicas, preserven la seguridad y el bienestar de los ciudadanos en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas, conforme a lo establecido en la legislación vigente”, y esto, gracias precisamente a delincuentes que chantajean al Gobierno y que ven a la Guardia Civil y al Ejército como los únicos que les pueden impedir seguir delinquiendo, es lo que se les va a negar a los españoles en esos territorios.

Quien no conoce el honor, no puede entender lo que supone mantener un juramento dado, entiendo que a quien es un delincuente le moleste tener enfrente a hombres de honor, que saben que el honor les lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo, que saben y han demostrado que el honor está vinculado a la buena reputación, a la virtud, al mérito, a la dignidad, al prestigio, la lealtad, al heroísmo, que en el caso de nuestra Institución trasciende a las personas que la componen o que hemos pertenecido a ella y a las acciones mismas que durante años, desde su fundación han demostrado tener los hombres y mujeres de la Guardia Civil, como lo han demostrado los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, conceptos que los delincuentes no entienden.

Dice el artículo 6º de nuestra Cartilla, que “El Guardia Civil no debe ser temido ni de los malhechores; ni temible, sino de los enemigos del orden”, en el presente contexto molesta la Guardia Civil, como vertebradora de la unidad de la nación y como garante del Estado de Derecho y se investiga a guardias civiles y a militares, simplemente por decir, precisamente en este momento, cuál es el juramento dado y las misiones que al Constitución les encomienda.

No, España, no es pais para Hombres de Honor, a los que se menosprecia, se les castiga por cumplir lo que le ordenan, se les persigue por manifestar que están dispuestos a cumplir las obligaciones que la Constitución y el juramento dado le ordenan, ni siquiera para hombres honrados; sin embargo es un paraiso para hombres sin honor, terroristas, corruptos, malversadores, delincuentes, que se permiten cuestionar a la propia Justicia que los condena por sus delitos consumados, a los que se les permite que cambien las leyes y las normas a su antojo y se les premia por delinquir, independientemente del alcance de sus delitos.

ANTONIO MANCERA CARDENAS
Director Tribuna Benemérita