Cada 13 de abril, la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil alza su mirada hacia San Hermenegildo, su patrón desde 1957, en una festividad que trasciende lo ceremonial para convertirse en un homenaje vivo a la constancia, el honor y la lealtad.
13 de abril de 2025 – San Hemenegildo, el santo visigodo, mártir del siglo VI, no solo simboliza la resistencia frente a la adversidad, sino que encarna los valores que definen a quienes han entregado su vida al servicio de España, desde las trincheras del pasado hasta las calles de hoy.
San Hermenegildo, hijo del rey visigodo Leovigildo, vivió en una época de profundas divisiones religiosas y políticas en la Hispania del siglo VI. Convertido al cristianismo católico en un entorno dominado por el arrianismo, se rebeló contra su padre, pagando su fe con la vida el 13 de abril del año 586, decapitado por mantenerse firme en sus convicciones. Su sacrificio, narrado siglos después por el papa Gregorio I como un acto de martirio, lo elevó a símbolo de virtud castrense y lealtad inquebrantable, cualidades que resonaron en la fundación de la Real Hermandad de Veteranos.
Desde aquel 13 de abril de 1957, cuando la entonces Hermandad de Retirados, Viudas y Huérfanos de las Fuerzas Armadas lo proclamó como su patrón, San Hermenegildo ha sido el faro de una institución que, con el título de "Real" otorgado por el rey Juan Carlos I en 2007, agrupa a quienes culminaron su servicio activo pero nunca abandonaron su vocación. Hoy, con más de 60 años de historia, la Hermandad reúne a miles de veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil en cada rincón de España, en una celebración que combina solemnidad y camaradería.
La festividad de San Hermenegildo no es solo un día en el calendario; es un recordatorio de los principios que sostienen a estos veteranos: amor a España, respeto a la Constitución, fidelidad al Rey y a las Fuerzas Armadas. En su decálogo, la Hermandad subraya la constancia como "la elegancia de una vida impoluta de servicio". Para todos los que un día servimos a España, ser veterano no es un retiro, sino una continuación natural del deber: estar orgullosos del empleo alcanzado, dedicar tiempo a la familia que el servicio nos negó y tender una mano a viudas, huérfanos y necesitados.
Estos valores se reflejan en actos como los celebrados cada año: misas solemnes en catedrales y capillas castrenses, ofrendas florales ante la imagen del santo y como homenaje a los compañeros caídos y comidas de hermandad que reúnen a generaciones de militares y guardias civiles. "San Hermenegildo nos enseñó que la lealtad y la integridad son innegociables", afirmaba Jesús Arévalo, presidente de la delegación segoviana, en una entrevista.
El patronazgo de San Hermenegildo trasciende la historia para convertirse en un espejo de los veteranos modernos. En un mundo que cambia a velocidad vertiginosa, ellos representan la firmeza de quienes resistieron temporales —ya fueran guerras, catástrofes o el desgaste del tiempo— sin doblegarse. Su labor no termina en el campo de batalla ni con el servicio activo, la Hermandad organiza actividades culturales, rutas de senderismo y voluntariado, extendiendo su apoyo más allá de la "familia militar" a toda la sociedad, como ocurrió durante la pandemia o tras la DANA de 2024.
Este 13 de abril, mientras las campanas repican y gorras, chapiris, boinas y tricornios se alzan en desfiles, los veteranos no solo honran a su patrón, sino que renuevan un juramento silencioso: seguir siendo militares y guardias civiles en alma y corazón, siempre al servicio de España.
Y así, al llegar el 13 de abril, en cada distinción recibida, en cada celebración celebrada, en cada himno entonado, en el recuerdo del servicio prestado, resuenan los valores de San Hermenegildo, aquel príncipe que prefirió la muerte antes que traicionar sus principios. Y en ese eco, los veteranos encuentran su fuerza: la de quienes, habiendo dado todo, aún tienen mucho que ofrecer.
ANTONIO MANCERA CÁRDENAS
Guardia Civil retirado por accidente en acto de servicio