En el corazón de España, la Guardia Civil se ha erigido como un baluarte de orden, honor y sacrificio durante sus 180 años de historia. Desde su creación, esta institución ha sido un símbolo de protección y servicio, forjado en los valores que han guiado a cada guardia civil: lealtad, coraje e integridad.
Lo que pocos conocen es que las raíces de la Guardia Civil están profundamente ligadas al País Vasco y Navarra, una herencia que podría y debería ser motivo de orgullo para todos los vascos.
El nacimiento de la Guardia Civil encuentra sus raíces en San Sebastián y Pamplona. Don Pedro Agustín Girón y de las Casas, el primer duque de Ahumada, nació en San Sebastián en 1778 y dedicó su vida al servicio militar, forjando un compromiso con la excelencia que sería transmitida a su hijo. Suya es la profunda reflexión: “Servirán más y ofrecerán más garantías de orden cinco mil hombres buenos que quince mil, no malos, sino medianos que fueron”. Esta cita, tan cercana a la esencia de la Guardia Civil, sigue siendo un eco en la institución hoy en día, recordando a cada miembro que el valor no está en el número, sino en la calidad humana y en la fuerza de su compromiso.
Fue su hijo, Don Francisco Javier Girón y Ezpeleta de las Casas, nacido en Pamplona en 1803, quien más tarde, como mariscal de campo y segundo duque de Ahumada, fundó la Guardia Civil en 1844, dotándola de un código moral intachable: “el honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdida, no se recuperará jamás”. Con esta ética como pilar, la Guardia Civil se convirtió en una fuerza comprometida a proteger a España, formada por hombres y mujeres que han dedicado sus vidas a servir y defender a sus conciudadanos, incluso a costa de sus propias vidas.
La Guardia Civil se ha enfrentado a innumerables desafíos, pero ninguno tan devastador como la amenaza del terrorismo de ETA, que cobró la vida de 243 valientes agentes. Durante años, el miedo y la incertidumbre llevaron a muchos de ellos a ocultarse tras los muros de sus cuarteles, separados de la comunidad que juraron proteger. Este silencio, un eco de dolor y pérdida, marcó un capítulo oscuro en la historia de la institución. Sin embargo, el valor y la resiliencia de aquellos que sirvieron nunca se apagaron; su legado de sacrificio sigue vivo en los corazones de sus familias y de aquellos que hoy rinden homenaje a su memoria.
El 12 de octubre de 2024, se realizó un acontecimiento que resonará a lo largo de los años: la celebración de la festividad de la Virgen del Pilar en el centro de Vitoria. Por primera vez en su historia, la Guardia Civil salió de sus cuarteles para rendir homenaje a su Patrona en la Plaza de España, un acto que simboliza la restauración de la paz y la normalidad democrática en el País Vasco. Este momento histórico fue recibido con emoción y gratitud por los vitorianos, quienes se acercaron para presenciar una ceremonia cargada de simbolismo y esperanza.
La delegada del Gobierno en Euskadi, Marisol Garmendia, al hablar de la difícil historia de la Guardia Civil, tuvo un momento de profunda reflexión, recordando a los caídos en el cumplimiento de su deber. Garmendia ha tenido un recuerdo emocionado y un“agradecimiento infinito” a aquellos que sacrificaron todo por la libertad y la seguridad de su pueblo. Sus palabras resonaron entre la multitud, generando un aplauso sincero que rompió el silencio, un testimonio del reconocimiento y la gratitud que la sociedad vasca siente por el sacrificio de estos héroes. agradecimiento infinito”
El general José Antonio Mingorance, un líder comprometido y humano, tomó la palabra y enfatizó la importancia de recordar a cada uno de los agentes que perdieron la vida en esta lucha. Su discurso no solo fue un recordatorio de los sacrificios del pasado, sino también un llamado a la unidad ya la esperanza en un futuro más brillante. Mingorance, con su enfoque en abrir las puertas de la Guardia Civil hacia la sociedad, representa un nuevo amanecer, una era de acercamiento y colaboración entre la institución y la comunidad.
Para los veteranos presentes, este día fue un tributo a sus sacrificios y experiencias vividas. Con lágrimas de orgullo y emoción, muchos recordaron los momentos difíciles, la lucha constante y el compañerismo que caracterizó sus años de servicio. Esta celebración no fue solo un acto institucional; Fue una catarsis colectiva, un momento de sanación que permitió a los retirados portar sus uniformes con dignidad y orgullo, finalmente reconocidos por una sociedad que alguna vez les dio la espalda.
La ceremonia, además de honrar a la Virgen del Pilar, incluyó una misa en la que el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, ofreció una oración en memoria de los guardias civiles caídos, uniendo así la fe y la tradición en un acto que simboliza. el renacer de la unidad. En un gesto sin precedentes, el himno nacional fue interpretado por el organista de la iglesia de San Miguel Arcángel, un acto impensable hasta la fecha que evocó un profundo sentimiento de patriotismo y pertenencia, resonando en el alma de todos los presentes.
En un acto de verdadera humanidad, el general Mingorance invitó a las asociaciones de veteranos a unirse a esta celebración, reconociendo su valioso legado. Este gesto, cargado de simbolismo, representa una profunda conexión entre el pasado y el presente, recordando a todos los guardias que sirvieron en el País Vasco que su sacrificio nunca será olvidado. Este día, 12 de octubre de 2024, será recordado no solo como un aniversario, sino como un renacer, un grito de unidad que resonará en los corazones de todos aquellos que han servido y seguirán sirviendo en las filas de la Guardia Civil.
Hoy, mientras la historia de la Guardia Civil avanza, recordamos con gratitud a todos aquellos que han sido parte de esta noble institución. Cada guardia civil que ha servido en el País Vasco ha contribuido a la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos. La historia no se detiene aquí; está viva en cada acto de servicio, en cada sonrisa agradecida y en cada lágrima derramada en memoria de los que ya no están.
La Guardia Civil celebra 180 años de historia, pero, sobre todo, celebra el espíritu indomable de aquellos que han dedicado su vida a servir y proteger. Gracias a todos los guardias civiles, a sus familias ya aquellos que siguen manteniendo viva la memoria de los que han caído. Por ellos, por su honor, por su sacrificio: ¡Viva la Guardia Civil! ¡Viva España!
NUNCA OS OLVIDAREMOS
El General José Antonio Mingorance es uno de esos líderes que marcarán una época en la historia de la Guardia Civil. Con una visión clara y un profundo sentido de compromiso, ha guiado con firmeza y humanidad a sus hombres y mujeres, demostrando que la verdadera fuerza de un líder no radica en el rango, sino en el respeto y la lealtad que inspira. Para Mingorance, la Guardia Civil no es solo una institución; es una familia, un vínculo inquebrantable que ha sabido fortalecer a lo largo de su carrera. Su estilo de mando es el de aquellos que lideran con el ejemplo, quienes están presentes en los momentos más difíciles, hombro a hombro con sus agentes, porque sabe que la grandeza de una institución no se mide solo por sus logros, sino por su valor. en las adversidades.
Mingorance nunca se conformó con la distancia que a veces impone el mando; él conoce el peso del uniforme y el sacrificio que implica llevarlo. Se dice que los grandes líderes son aquellos que entienden el pulso de su gente, que ven en cada guardia civil no solo a un agente, sino a una persona con sueños, luchas y esperanzas, y Mingorance lo entiende mejor que nadie. Su presencia infunde confianza, porque sus hombres y mujeres saben que bajo su mando jamás estarán solos. Al hablar de él, todos coinciden en su integridad, su inquebrantable sentido de justicia y su amor incondicional por la Guardia Civil. Hoy, al mirar al futuro, sabemos que su legado permanecerá, porque su ejemplo ha sembrado una semilla de liderazgo y compañerismo que inspirará a las generaciones que están por venir. ¡Gracias, General Mingorance, por hacer de la Guardia Civil una institución más fuerte, más humana y más digna de cada uno de sus miembros!
POR LOS RETIRADOS Y SUS FAMILIAS
Hoy, al desfilar en Vitoria tras 180 años de historia, la Guardia Civil da un paso que no solo recorre calles y plazas de una ciudad, sino también los corazones de una nación entera. Este desfile no es solo una celebración; es un homenaje a la valentía y el sacrificio de todos los guardias civiles que, desde los rincones más humildes de nuestros pueblos hasta las grandes ciudades, han entregado sus días y noches al servicio de España. Con cada paso en esta tierra vasca, se honra a quienes defendieron, incluso en los tiempos más oscuros, la paz y el bienestar de su gente. Y se recuerda, con inmensa gratitud, a quienes, con firmeza y sin descanso, custodiaron la esperanza en cada calle, en cada pueblo, ya veces con el precio más alto.
A lo largo de los años, el País Vasco y Navarra han sido escenarios de valor y sacrificio, pero también de unidad y lealtad, de las que se han forjado nuestros héroes, esos hombres y mujeres que defendieron su uniforme, su misión y la dignidad. de sus compatriotas. Ellos, junto a sus familias, que sufrieron la incertidumbre y el miedo, son el ejemplo eterno de entrega y generosidad. Cada guardia civil que recorrió estas tierras, que enfrentó el peligro y soportó las heridas de un tiempo doloroso, deja una huella imborrable en la historia de España. Hoy, los veteranos de la Guardia Civil y sus familias, de cualquier rincón de nuestro país, ven en este desfile el fruto de años de esfuerzo y sacrificio, el reconocimiento a esa entrega incansable y callada, a esa lucha por un país en paz.
Este paso en Vitoria es también para aquellos guardias civiles retirados, quienes alguna vez tomaron su juramento sabiendo que su misión podría significar sacrificios. Hoy, este desfile es también para ellos y para sus familias, a quienes les acompañaron en las largas noches de espera, en las despedidas sin garantías, en los silencios dolorosos de cada ausencia. Este reconocimiento no tiene fronteras, ni distinción de tiempo o región; es un homenaje que viaja desde el País Vasco y Navarra hasta cada rincón de nuestra patria, llegando a las casas y los corazones de quienes han dado tanto y quienes tanto han perdido.
Y en cada acorde del himno que hoy resuena en la iglesia, en cada paso firme que pisa esta tierra que fue testigo de sus sacrificios, resuena la memoria de aquellos guardias civiles que ya no están, y se hace justicia a su valentía y compromiso. Porque, como dijo el primer duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil: “Servirán más y ofrecerán más garantías de orden cinco mil hombres buenos que quince mil, no malos, sino medianos que fueron”. Hoy, el espíritu de estos hombres y mujeres que han dedicado su vida a servir bien ya defensor el orden se encuentra más presente que nunca.
En este día histórico, les decimos: vuestra entrega, vuestro valor y vuestro sacrificio jamás serán olvidados. La Guardia Civil sigue siendo, como siempre lo ha sido, la promesa de que en cada rincón de España habrá siempre quien dé su vida por la paz de los suyos. ¡Gracias a todos los que han servido, a sus familias que nunca soltaron su mano, ya quienes hoy reciben este merecido homenaje!
Carlos Frezza
GC retirado