Un agente de Policía Nacional con destino en la Comisaría General de Seguridad Ciudadana, Delegación TIC, salvó la vida de un ciudadano en la madrileña Plaza de Rocío Durcal el día 6 de julio del presente. El agente es además miembro de A.N.D.F.C.A.E. (Asociación Nacional de Donantes de las Fuerzas y Cuerpos Armados de España)
El agente, de nombre Luis, caminaba por la referida plaza, franco de servicio, cuando vio un grupo de gente, alguno levantando la voz, y se percató de que un hombre estaba sufriendo algún tipo de problema, así como que otro hombre estaba avisando a los servicios de emergencias.
Luis no dudó en acercarse a comprobar que ocurría, reinando la confusión y recibiendo varias versiones: un golpe de calor, un ataque epiléptico... sólo un varón intentaba ayudarle, y ponerle los pies en alto. Seguramente el vómito y la sangre unidos a la pandemia asustaron a los presentes que no querían tocar al accidentado.
El hombre respiraba con gran dificultad, por lo que Luis procedió a hacerse cargo de la actuación, preguntando si alguien era sanitario y procediendo a actuar a la vez. Puso al hombre en posición lateral de seguridad, ya que el accidentado había vomitado, consiguiendo tranquilizar a una de las personas que estaba allí con el paciente en el momento del suceso, diciéndole éste que el accidentado era su amigo, que estaban comiendo y que se había atragantado.
El accidentado ya presentaba un color azulado por la falta de oxígeno, manteniendo pulso y respuesta a los estímulos dolorosos, por lo que Luis le incorporó, y siguiendo el protocolo le golpeó en la espalda de forma tangencial, consiguiendo que mejorase la respiración pero de forma insuficiente, por lo que le realizó la Maniobra de Heimlich. El accidentado comenzó a respirar con suficiente normalidad recuperando la tonalidad de su cara y empezando incluso a hablar, por lo que Luis le volvió a colocar en posición latera de seguridad en previsión de nuevos vómitos, hasta que se personó la asistencia sanitaria, a la que comunicó todo lo sucedido, pudiendo ir ya andando el accidentado hasta la ambulancia.
La persona que avisó a los servicios sanitarios, Ricardo, trabajador del taxi durante muchos años y que conoce a Luis por coincidir numerosas veces en la única gasolinera que abría de noche en la zona, frecuentada por los indicativos de los tres distritos colindantes, habiendo prestado Luis servicio en uno de ellos, tranquilizó a los presentes pidiendo espacio para el actuante por ser Policía y saber lo que tenía que hacer.
Luis, entró a formar parte primero del SAMUR-PC durante 7 años, y después de la Cruz Roja, donde sigue prestando servicio desde 2014, precisamente por el ejemplo de una pareja de Guardias Civiles de Tráfico que salvaron la vida de un accidentado en la N-VI.
Luis iempre cuenta que cuando leyó la noticia se convenció de que si iba a ser Policía y que para estar en la calle tenía que prepararse para auxiliar y ser capaz de proteger la vida de los ciudadanos y los compañeros también desde una vertiente sanitaria.
En ese presiso momento, cuando Luis, se presta a ayudar a aquel hombe, es cuando siente que estos quince años de servicios y formación han cobrado sentido de golpe, que los ha visto recompensados con creces. Durante sus 15 años como voluntario ha realizado guardias, preventivos en grandes acontecimientos, ha estado presente en el accidente de Spanair en el Aeropuerto de Barajas, varios incendios forestales, y en la acogida del Aquarius, además de multitud de asistencias humanitarias fuera de servicio, y acciones formativas de a la comunidad y fuerzas policiales, pero nunca había sentido que salvaba una vida, dentro o fuera del servicio de una forma tan clara.
La formación de nuestras FFCCSE salva vidas y, como en este caso, como en el caso de aquella pareja de Tráfico de la que siempre habla Luis, inspiran nuevas vocaciones así como a prepararse para servir mejor. Luis puso las manos y la tranquilidad en la actuación, pero como el mismo ha dicho a alguno de sus compañeros, en parte el accidentado debe su vida a dos guardias civiles, unos héroes anónimos que seguramente nunca lleguen a saber que también lo han sido “en diferido”.
Miriam Ponce Gadea, vicepresidenta de A.N.D.F.C.A.E. (Asociación Nacional de Donantes de las Fuerzas y Cuerpos Armados de España)