Sabed que los océanos eternos / están de nuestra parte, aunque esta noche / la marea y los vientos hayan dado / en jugar con nosotros.
Se oyen los últimos sones del himno de la Armada española
Soñando victorias, diciendo cantares,
marinos de España crucemos los mares,
delante, la gloria, la leyenda en pos,
debajo las voces de nuestros caídos,
y arriba el mandato de España y de Dios.
De España y de Dios, de España y de Dios.
La Armada tiene hoy 20 buques en la mar y 1779 personas navegando o desplegadas fuera de sus bases.
¡Salve!, ¡Salve!, Estrella de los mares,
Nuestra felicitación con profunda admiración y cariño a nuestros compañeros de la Armada en el día de su Patrona la Virgen del Carmen. Ellos saben como nadie lo que es navegar por aguas que a ello se resisten. Para un marino español nunca hubo mar, océano o abismo que estuviese prohibido a su navegación o a ella con su fuerza se opusiese. Porque donde España navega:
Hay que morir o triunfar,
que nos enseña la Historia
en Lepanto la Victoria
y la muerte en Trafalgar.
Una historia dura en la que nunca faltó el recuerdo a la Patrona, echarse la mano al bolsillo para agarrar ese rosario marinero que siempre acompaña en las largas travesías y que ya en la Escuela Naval de Marín nada más entrar es lo primero que aprendes:
«El que no sepa rezar que vaya por esos mares, vera que pronto lo aprende, sin enseñárselo nadie» (Placa. Capilla Escuela Naval de Marín)
Nuestra Señora del Carmen cuida de nuestros hombres en la mar.
¡Salve!, ¡salve!, Estrella de los mares…
¡Felicidades compañeros!
«DEFENDEMOS ESPAÑA DESDE LA MAR«. No hay lugar donde esté un soldado, marinero o aviador que no defienda a España. Tierra, mar y aire. Rezan y luchan en el mismo caminar, por la unidad de España.
Una Canción en la tormenta es un bello poema de Rudyard Kipling que hoy dedico a mis compañeros de la Armada. Lo entenderán.
UNA CANCIÓN EN LA TORMENTA
Sabed que los océanos eternos
están de nuestra parte, aunque esta noche
la marea y los vientos hayan dado
en jugar con nosotros.
Pues son los elementos, no la guerra,
los que nos amenazan, bienvenida
sea la descortesía del destino;
por ella se verá que en estos tiempos
de aflicción y de lucha vale más
la partida que aquellos que la juegan;
que el barco es más valioso que la tripulación.
Entre la niebla y las tinieblas vemos
el débil resplandor de las olas que pasan;
es como si estas aguas inconscientes tuvieran
un alma; o como si se hubieran conjurado
contra nuestra bandera, buscando sepultarla.
Bienvenida , por tanto,
sea la descortesía del destino;
por ella se verá que en estos tiempos
de aflicción vale más
la partida que aquellos que la juegan,
y el barco, más que la tripulación.
R. Kipling
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com