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Hijo de Zebedeo y Salomé. Era el hermano mayor de Juan el Apóstol. Su maestro Jesús les puso el sobrenombre de «hermanos boanergués» («hijos del trueno»). Su nombre en hebreo es Jacob (יעקב), pero con el tiempo se ha ido deformando.

Fue uno de los primeros que recibieron la llamada de Jesucristo, cuando estaba pescando en el lago de Genesaret junto a su hermano. Tuvo un papel especial en el desarrollo del milagro de la hija de Jairo (Marcos 5, 21-43) y fue uno de los discípulos más apreciados por Jesucristo, de tal manera que estuvo presente en dos de los momentos más importantes de su ministerio -la Transfiguración en el monte Tabor (Lucas, 9) y la oración en el Huerto de los Olivos- junto a Simón Pedro y a su hermano Juan.

Evangelización en Hispania

Según la leyenda, tras el Pentecostés (hacia 33 d. C.), cuando los apóstoles son enviados a la predicación, Santiago habría cruzado el mar Mediterráneo y desembarcado para predicar el Evangelio en la Hispania (actuales España y Portugal). Según unos relatos, su prédica habría comenzado en la Gallaecia, a la que habría llegado tras pasar las Columnas de Hércules, bordeado la Bética y la deshabitada costa de Portugal; otras tradiciones afirman su llegada a Tarraco y su viaje por el valle del Ebro, hasta entroncar con la vía romana que recorría las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y terminaba en la actual La Coruña. Esta tradición hace de Santiago el santo patrón protector de España.

En cualquier caso, la tradición de la evangelización por el Apóstol Santiago indica que éste hizo algunos discípulos, y siete de ellos fueron los que continuaron la tarea evangelizadora una vez que Santiago regresó a Jerusalén. Para ello fueron a Roma y fueron ordenados obispos por San Pedro. Son los siete Varones apostólicos. La tradición de los Varones Apostólicos los sitúa junto a Santiago en Zaragoza cuando la Virgen María se apareció en un pilar. De acuerdo a la tradición cristiana, hacia el año 40 la Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» —mucho antes de su asunción— y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y los siete primeros convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera del Ebro.

Este testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 de los Moralia, sive Expositio in Job, de Gregorio Magno, que se custodia en el Archivo del Pilar. Según Nougués, la capilla se reedificó en 318.

No hay testimonio escrito, aunque sí una tradición arraigada, de su paso por Lérida, hecho que se rememora anualmente con la romería de los Farolillos de Santiago a la ermita erigida en el lugar dónde se supone que el santo descansó.

Aunque no se encuentra constancia de la presencia de cristianos en Galicia antes de mediados del siglo III, se conoce, sin embargo, que existían poblaciones cristianas importantes ya durante el siglo II en las ciudades de la Bética y la Tarraconense, aunque los restos no permiten distinguirlos claramente de las comunidades judías preexistentes hasta el siglo III, lo cual es común a todo el Imperio. El desarrollo del cristianismo en la Península fue rápido e intenso, como lo indican otras tradiciones. Es significativo que fuera en Hispania donde se celebrara el primer concilio conocido tras el de Jerusalén (Concilio de Elvira, hacia 303), recién acabada la persecución de Diocleciano.

Martirio de Santiago,

Fuera de los Evangelios, sólo aparece nombrado en los Hechos de los Apóstoles (Hc 12, 2), cuando, tras una prédica, es martirizado en Jerusalén (es uno de los primeros mártires cristianos) hacia el año 44, muerto a filo de espada por orden de Herodes Agripa I, rey de Judea.

Por aquel tiempo, el rey Herodes comenzó a perseguir a algunos de la iglesia. Ordenó matar a filo de espada a Santiago, el hermano de Juan; y como vio que esto había agradado a los judíos, hizo arrestar también a Pedro. Hechos 12:1-3

El rey propició el arresto de algunos miembros de la iglesia para matarlos. Este relato parece contradecir la prédica de Santiago en Hispania. Además, en esos años (33-36), los cristianos se habían dispersado de Judea hasta Fenicia, Chipre y Antioquía.

La tradición que sitúa a Santiago el Mayor en Jerusalén, poco antes de su martirio, la recogen diversos apócrifos neotestamentarios (El libro de la Dormición de María, etc.), todos ellos anteriores al «descubrimiento» de la Tumba del Apóstol. Según estos relatos, cuando María ve cerca su muerte, recibe la visita de Jesucristo resucitado. Ella le pide estar rodeada por los apóstoles en el día de su muerte, pero todos ellos están dispersos por el mundo. Jesucristo le concede su deseo y permite que sea la misma María, por medio de aparición milagrosa, quien avise a sus discípulos. La aparición de María a Santiago se habría producido sobre un pilar en Caesaraugusta (actual Zaragoza), columna que se sigue venerando en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en la capital aragonesa.

Santiago habría hecho todo el viaje de vuelta desde España hasta Jerusalén para encontrar a la Virgen (ya que ella seguía viva allí, en la capital de Judea) antes de su dormición, hallando la muerte ante Herodes Agripa en el martirio. La leyenda se cierra conque sus discípulos habrían llevado su cuerpo (conservado de alguna manera) por el mar Mediterráneo en una mítica embarcación de piedra y habrían costeado el Atlántico nuevamente hasta Galicia, donde lo habrían enterrado justamente en Iria Flavia, donde el obispo Teodomiro lo halló en el siglo VII.

La tumba del Apóstol

Alrededor del año 813, en tiempos del Rey de Asturias Alfonso II el Casto, un ermitaño cristiano llamado Paio le dijo al obispo gallego Teodomiro, de Iria Flavia (España), que había visto unas luces merodeando sobre un monte deshabitado. Hallaron una tumba donde se encontraba un cuerpo degollado con la cabeza bajo el brazo.

Sobre los restos que se conservan bajo la catedral de Compostela jamás se han realizado pruebas científicas, y la autenticidad de los mismos ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, entre otros, por el célebre historiador católico Claudio Sánchez Albornoz: «…pese a todos los esfuerzos de la erudición de ayer y de hoy, no es posible, sin embargo, alegar en favor de la presencia de Santiago en España y de su traslado a ella, una sola noticia remota, clara y autorizada. Un silencio de más de seis siglos rodea la conjetural e inverosímil llegada del apóstol a Occidente, y de uno a ocho siglos la no menos conjetural e inverosímil traslatio. Sólo en el siglo VI surgió entre la cristiandad occidental la leyenda de la predicación de Santiago en España; pero ella no llegó a la Península hasta fines del siglo VII.» (C. Sánchez Albornoz: «En los albores del culto jacobeo», en Compostellanum 16 (1971) pp. 37-71).

Por una parte, se ha documentado arqueológicamente la existencia previa de un cementerio de origen céltico y reutilizado en distintas épocas por diversos grupos: por los primeros cristianos llegados a la zona de Galicia (después del año 250 aproximadamente), por los suevos (pueblo guerrero germano que ocupó Galicia entre 411 y 585), por los visigodos («godos del oeste», pueblo germano que ocupó España entre 585 y 711 y que en ese periodo tenía su capital en Toledo), y por los musulmanes en el siglo VIII. Estos descubrimientos sólo prueban que Compostela era una necrópolis precristiana, pero no soluciona nada con respecto a la tumba de Santiago, cuyos restos podrían pertenecer bien al mismo apóstol (el tráfico de reliquias comenzaba a desarrollarse en ese periodo), bien a cualquier otro mártir cristiano. Incluso algunos proponen que se trate de los restos del mismísimo Prisciliano.

El rey Alfonso ordenó construir una iglesia encima del cementerio (compositum), origen de la Catedral de Santiago de Compostela («Santo Jacob del compositum»). Otros sostienen que la palabra Compostela proviene de campus stellae: «campo de las estrellas», debido a las luces que bailoteaban sobre el cementerio

Imagen de Santiago Matamoros en Carrión de los Condes.

El descubrimiento de la Tumba del Apóstol supuso para el rey asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como un solo reino, bajo la especial protección del Apóstol, y la cristianización de la antigua «Vía del Finisterre», ruta seguida tradicionalmente por muchos pueblos de religión céltica, hasta el pretendido fin del mundo. De hecho, las peregrinaciones galas hacia el noroeste de España se han probado arqueológicamente y se puede afirmar que los celtas – en el primer milenio antes de nuestra era – recorrían toda Europa para ir a estos sitios, donde celebraban sus matrimonios y otros ritos. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.

En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo. Los próximos años jacobeos tendrán lugar en 2010 y 2021.

El rey Alfonso y sus descendientes convierten al apóstol en un símbolo del combate contra el islam, naciendo así la imagen de Santiago Matamoros, que se prodigó a lo largo de la ruta jacobea.

En el año 859, el rey Ordoño I de Asturias dijo haber obtenido la victoria sobre los moros (musulmanes) en la Batalla de Clavijo porque se le apareció el apóstol Santiago Matamoros.

Reliquia de herraduras del caballo de Santiago de la batalla de las Navas de Tolosa.

El Monasterio de Cañas posee una reliquia que dicen ser las herraduras del caballo de Santiago, que recogería Diego López II de Haro en la batalla de las Navas de Tolosa y entregaría a su hermana Doña Urraca López de Haro, cuarta abadesa del monasterio.

También existe otra iglesia en Puebla (Izucar de Matamoros), en México; en ella se encuentra una imagen de Santiago Apóstol montado en un caballo blanco y que mide más de dos metros y medio de altura.

Santiago Patron de la Caballeria Española

El 20 de julio de 1846 se nombró al Apóstol Santiago patrón del Arma de Caballería, cuya designación fue posteriormente ratificada el 20 de julio de 1892. De ahí que el 25 de julio se celebre el patrón de la Caballería. La cruz de Santiago es otro de los elementos habituales en los escudos y distintivos que identifican al Arma.

Himno de Caballería

Caballero español,
centauro legendario
jinete valeroso y temerario.
Tu deber y tu honor
te lleva al sacrificio
acepta con orgullo esta servicio.

Ataca con valor
a caballo eres fuerte
y lucha cuerpo a cuerpo con la muerte.

Que si mueres
de Dios recibirás la gloria
y los clarines cantarán victoria.

Brigada heróica
la Patria espera
que tus jinetes defiendan su bandera.

Sables bizarros
bravos lanceros
que en el combate luchaís tercos y fieros.

Vas a la muerte
con alegria,
con el galope de la Caballería.

Un grito pone
fin a la hazaña
con nuestro lema «¡Santiago y cierra España!».

Cruz de Santiago

La insignia de la Orden es una cruz gules simulando una espada, con forma de flor de lis en la empuñadura y en los brazos. Los caballeros portaban la cruz estampada en el estandarte y capa blanca. La cruz del estandarte tenía una venera en el centro y otra al final de cada uno de los brazos.

Las tres flores de lis representan el honor sin mancha, que hace referencia a los rasgos morales del carácter del Apóstol.

La espada representa el carácter caballeresco del apóstol Santiago y su forma de martirio, ya que fue decapitado con una espada. También puede simbolizar, en cierto sentido, tomar la espada en nombre de Cristo.

Se dice que su forma tiene origen en la época de las Cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones diarias.