La Guerra Civil española, en muchos aspectos, puede considerarse como la antesala de la Segunda Guerra Mundial, donde todos los bandos que intervinieron en ésta tomaron buena nota de los adelantos técnicos, novedades en el campo aeronáutico, ensayos de doctrina táctica
Introducción
La Guerra Civil española, en muchos aspectos, puede considerarse como la antesala de la Segunda Guerra Mundial, donde todos los bandos que intervinieron en ésta tomaron buena nota de los adelantos técnicos, novedades en el campo aeronáutico, ensayos de doctrina táctica y demás elementos intrínsecos que caracterizaría la guerra, principalmente, en el contexto continental. En la fraticida guerra española, los contendientes buscaron la eliminación física de los adversarios, evidentemente, a una escala muy inferior a lo que sucedió después en el continente europeo. La Lufwaffe envió prototipos y series previas de sus más modernos avances en el campo aéreo. Como dato, quizás poco conocido el Junker Ju 87, apodado «Stuka», tuvo su bautismo de fuego durante la batalla de Teruel, aunque tristemente «testado» en el Maestrazgo con anterioridad.
Se aplicaron por primera vez de forma sistemática las nuevas estrategias bélicas, normalizándose los ataques aéreos contra objetivos situados en las ciudades de retaguardia: puertos, estaciones de ferrocarril, fábricas, centrales eléctricas, nudos de comunicación, edificios gubernamentales y contra la población civil para hundir la moral del contrario. Ya no se trataba de ataques puntuales y aislados, sino sistemáticos, integrados plenamente en la estrategia de guerra total y claramente identificados previamente.
Aviones de reconocimiento: el Polikarpov R-Z “Natacha» y el Fieseler Fi 156
La superioridad y el dominio del espacio aéreo fue una condición necesaria, casi determinante, para lograr la victoria final en el conflicto; siendo la misma una transición en cuanto a la tecnología aeronáutica y a sus tácticas siendo un gran campo de entrenamiento táctico con objetivos reales.
Contexto bélico
Nos encontramos a mediados de julio de 1936, y en los primeros escarceos, tanto los nacionales como los republicanos sólo disponían de biplanos. Los nacionales de los Heinkel 51 y los Fiat CR32 «Chirri» y los republicamos básicamente el Polikarpov I-15 «Chato» (aparte de algunos más anticuados como el Hawker Fury entre otros). El Heinkel pronto se vio superado por el «Chato» y se destinó a misiones de ataque al suelo, con lo que los cazas principales de ambos bandos eran el «Chirri y el Chato». Ambos estaban muy igualados en sus prestaciones técnicas, aunque tal vez el Polikarpov era más ágil y el Fiat un más moderno y evolucionado, pero dependiendo del piloto el resultado se decantaba hacia un lado u otro. Como apunte anecdótico, ambos eran prácticamente incapaces de alcanzar a los más rápidos de los bombarderos rivales (los Tupolev SB-2 republicanos y los Savoia-MArchetti SM79 Sparviero nacionales), capaces de volar a la misma velocidad que estos cazas en vuelo nivelado.
Nótese la diferencia en el «Chato» y el «Rata».
Diferencias entre el Fiat CR32 («Chirri») y el Bf 109B . Escarapelas y roquisqui.
Pero el equilibrio fue alterado claramente por la llegada del Polikarpov I-16 «Rata». Este pequeño y rechoncho caza soviético, monoplano de ala baja superaba con facilidad a los Chirri» y a los Heinkel. Aun así, pilotos con el Fiat fueron capaces de superar al «Rata» en algún escarceo aéreo. Hasta 1938 el Rata proporcionó la superioridad aérea al bando republicano. A mediados de aquel año el bando nacional recibió los primeros Bf 109 y algunos Fiat G200. El «Rata» se veía claramente superado por las recientes adquisiciones (el Bf109 B aunque superior, podía llegar a ser equiparable al “Rata” pero el «Emil», que pocas unidades llegaron al final de la guerra, era inalcanzable para el pequeño Polikarpov). A esto súmese los nuevos bombarderos como el Dornier 17 «Lapiz volador» y el Heinkel 111 «Pedro» capaces de desarrollar velocidades que dificultaban mucho las labores de intercepción del pequeño caza soviético.
Dos encarnizados rivales en el cielo español
El Polikarpov I-16 es una aeronave que durante una misma guerra, ha recibido un nombre o apodo distinto en cada bando contendiente. Durante la Guerra Civil española, su nombre en el bando republicano fue “Mosca”, no por su pequeño tamaño y su gran velocidad y agilidad, sino, al parecer, por una mala interpretación de la palabra Mockba (pronunciada “Moscua”) escrita en caracteres cirílicos en las grandes cajas que, procedentes de Moscú, que arribaron en octubre de 1936 al puerto de Cartagena conteniendo las partes desmontadas de los recién adquiridos cazas soviéticos por la IIª República. Fue un avión soviético de revolucionario diseño, que se convirtió en el primer caza monoplano con ala en voladizo (o cantilever) y tren de aterrizaje retráctil.
Con la llegada al puerto de Cartagena del buque soviético de transporte “Rostok”, en octubre de 1936, se iniciaban las entregas a las Fuerzas Aéreas de la República Española (FARE) de los I-16, cuyo total puede ser calculado en unos doscientos de los tipos 5, 6 y 10 –estos últimos conocidos como “Super Moscas”, llegados a partir de marzo de 1938-, incluidos cuatro biplazas de entrenamiento UTI-4. Volados en principio por pilotos soviéticos, como unidades independientes, fueron más tarde encuadrados en el Grupo nº 21 de Caza de las FARE. Dicho grupo, normalmente constituido por seis escuadrillas, ampliadas a siete durante la batalla del Ebro, englobaba personal soviético, español y procedente de las Brigadas Internacionales, aunque en las etapas finales de la contienda, los pilotos eran todos españoles.
Las primeras actuaciones de los I-16 en España tuvieron por escenario el frente de Madrid (donde obligaron a cambiar las tácticas de bombardeo) y el frente Norte, en octubre y noviembre de 1936. En combate, se mostraron capaces incluso de hacer frente a las primeras versiones del Messerschmitt Bf 109, a los Fiat CR-32 y a los Heinkel He 51.
El I-16 recibió el apodo de “Rata”, por la característica forma de volar de los pilotos soviéticos, que se mantenían a baja altura, siguiendo el contorno del terreno y se lanzaban sobre sus blancos a último momento. Esta táctica, más el camuflaje gris con el que iban pintados los primeros aparatos (luego se cambió por uno verde), más su corto tamaño, hizo que en el bando nacional se dijera que los I-16 «salían de las alcantarillas como las ratas».
Para mejorar las prestaciones a gran altitud, los españoles modificaron varios aparatos del tipo 10 instalándole un motor norteamericano Wright Cyclone R-1820-F54 de 775 HP y un primitivo equipo de oxígeno. Éstos, así modificados prestaron servicio en la 4ª Escuadrilla del Grupo nº 21 que, por las mascarillas de oxígeno que empleaban los pilotos recibió el sobrenombre de “Escuadrilla del Chupete”. Uno de los problemas que causaba operar a gran altura era que las ametralladoras se congelaban y no funcionaban, lo que se solucionó con un sistema de calefacción que desviaba el aire caliente del motor hacia las armas para un funcionamiento óptimo de las mismas.
Entre los pilotos republicanos que se pusieron a los mandos del “Mosca” durante la Guerra Civil, el más destacado fue José María Bravo, que, con sus 23 derribos, se convirtió en el máximo “as” del bando republicano. Participó en las batallas de Levante y el Ebro y, con tan sólo 21 años, ocupó la subjefatura del Grupo Vigésimo primero de Caza.
El Messerschmitt Bf 109 fue, no el primero (mérito que corresponde sin duda al Polikárpov I-16), pero sí uno de los primigenios cazas modernos, y uno de los que gozaron de una carrera operacional más larga, desde la segunda mitad de la década de 1930 hasta bien entrados los 50 en países como Suiza, Finlandia o Rumanía. Si considerásemos su último derivado español, el HA-1112 M1L, su carrera se alargaría hasta mediados de los 60, coexistiendo con la 2ª y parte de la 3ª generación de reactores. Fue también el avión de caza construido en mayor número (casi 34.000 unidades sin contar sus derivados españoles), y uno de los que más victorias aéreas acumularon durante su uso operativo, superando varios de sus pilotos alemanes la cota increíble de los 300 derribos individuales.
Aunque su nacimiento se produce apenas un año y medio después que el del I-16, las diferencias entre ambos aviones son muy notables. El Bf 109 (no “Me 109” como a veces se le llama, ya que fue diseñado en la época en la que Willy Messerschmitt aún no era propietario de la Bayerische Flugzeugwerke, a la que aluden las siglas BF) no es ya un “pionero”, sino un diseño maduro con un potencial de desarrollo del que el soviético carecía casi por completo. Así, si las versiones iniciales, Bf 109B-D, se midieron en régimen de igualdad con aquél en los cielos españoles, y la versión clásica Bf 109E hizo lo propio con los Spitfire y Hurricane en la Batalla de Inglaterra, los desarrollos finales, Bf 109G-K, fueron aún capaces de enfrentarse dignamente a los Mustang y Thunderbolt de la 8ª Fuerza Aérea que escoltaban las masivas formaciones de bombarderos aliados en el ocaso del Reich. Después de esto, el desarrollo del caza con motor de pistón se agota como tal, dando inicio a la era de los aviones a reacción.
Los vuelos de los primeros prototipos, Bf 109V1 a V3, se efectuaron entre mayo de 1935 y mayo de 1936, de manera que el estallido de la Guerra Civil española en julio de ese mismo año resultó “providencial” para poder llevar a cabo las primeras pruebas en combate real del nuevo aparato. A finales de 1936 se enviaron a España, de forma experimental, tres de los diez prototipos construidos, y durante los primeros meses del año siguiente se procedió a organizar ya las primeras escuadrillas operativas con los Bf 109B de producción integrados en el Jagdgruppe 88 de la “Legión Cóndor”, la fuerza de intervención militar que el III Reich envió en ayuda de los nacionales.
Entre 1937 y 1939 combatieron las sucesivas versiones del Messerschmitt Bf 109B, C, D y E, contribuyendo esta valiosa experiencia, no sólo al desarrollo de este avión en particular, sino al de las tácticas de guerra aérea en general.
Al finalizar la contienda, varios de estos cazas ex-Legión Cóndor se quedaron en territorio español y fueron incorporados al recién creado Ejército del Aire, que empezó nutriéndose, como es lógico, de aparatos supervivientes de los dos bandos. De este modo daba inicio una relación entre España y el Messerschmitt Bf 109 que se prolongaría durante casi treinta años (1936-65), mucho más que en su propio país de origen o en cualquier otro de los que operaron este mítico avión de combate.
Se puede comprobar que en 1936, cuando comienza la guerra, la aviación española estaba constituida por un variado arsenal de aeronaves en muchos casos anticuado. Los bandos se conforman y cada uno comienza a adquirir nuevos tipos de aviones de sus aliados; los de los nacionales serán, principalmente, de Alemania e Italia y los de la IIª República sobre todo de la URSS, para al final ser ese «campo de pruebas» de potencias extranjeras en el preludio de la IIª Guerra Mundial. En 1938 tenemos dos claros ejemplos del uso de la aviación para el bombardeo de ciudades, el que los italianos realizaron en Barcelona que demostró que con un puñado de aviones se puede aterrorizar a una gran ciudad y minar la moral del enemigo, o el bombardeo de Cabra (Córdoba) por la aviación republicana, lecciones aprendidas «a sangre y fuego» en territorio español que, posteriormente, fueron utilizadas en el continente europeo.
Ante este cambio de táctica en el uso de los bombarderos, las ciudades reaccionaron con dos tipos principales de defensa: la activa y la pasiva. La defensa activa estaba constituida principalmente por aviones de caza, los cañones y ametralladoras antiaérea, así como los sistemas de observación que estaban controlados por el ejército. Su objetivo prioritario era un sistema de detección temprana y neutralización de los aviones atacantes, es decir, básicamente evitar que bombardearan o minimizar su alcance y resultados. La defensa pasiva tenía como objetivo proteger a la población civil y reducir el número de víctimas causadas por los mismos, mediante la previsión (información, alarmas, formación), la protección (camuflaje, refugios, servicios organizados) y el salvamento (servicios de desescombro y sanitarios).
Bombarderos Tupolev SB-2 («Katiuska») y el Savoia-Marchetti 79.
Este artículo, nos recuerda como en determinadas zonas acotadas del planeta se realizan pruebas tácticas y estratégicas por potencias no implicadas directamente en el conflicto. Tenemos un claro ejemplo en la actual guerra en Ucrania, cuya similitud a pesar de la distancia temporal, es más que evidente y que al igual que en la Guerra Civil española, los soldados los pusieron “otros”.
Por Antonio Sánchez, Historiador y miembro de la GC (A).
Fuentes
“Los Messerschmitt en España” Carlos Alonso – Bellumartis Historia Militar.
“El rata un diseño pionero” Carlos Alonso – Bellumartis Historia Militar .
http://es.wikipedia.org/wiki/Polikarpov_I-16.
Otras abiertas.