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Revisitar el pasado a través de documentos personales puede ser una experiencia profundamente emotiva.

Recientemente, al hojear mi Hoja de Servicios, un acto que realizo con cierta frecuencia para enfrentar la nostalgia que de vez en cuando me embarga, me encontré con un tesoro de recuerdos y emociones. Específicamente, el descubrimiento de la instancia que presenté hace exactamente 50 años, el 6 de marzo de 1974, solicitando mi ingreso en la Guardia Civil, me llevó a un viaje en el tiempo lleno de reflexiones y gratitud.

Más allá de conmemorar el aniversario en sí mismo, este encuentro con mi pasado profesional me permitió sumergirme en las emociones y aspiraciones que me impulsaron a dar ese paso crucial hace cinco décadas.

Contemplar mi propia letra plasmada en aquel documento, impregnada del lenguaje administrativo de la época, fue como abrir una puerta a un mundo de ilusiones y expectativas que, con el tiempo, se convirtieron en una realidad palpable.

En aquel entonces, mientras escribía aquella instancia, estaba imbuido de un profundo sentido de propósito y vocación de servicio que, sin lugar a duda, se había forjado al lado de mi padre.

La idea de convertirme en Guardia Civil representaba mucho más que una simple carrera; era el cumplimiento de un sueño, el inicio de una trayectoria dedicada al servicio de mi país y de mis conciudadanos. Aquella instancia era el primer paso en un viaje que duraría toda una vida.

Cuando releo las palabras que escribí hace tanto tiempo, puedo revivir las sensaciones que sentía en aquel momento: la emoción del comienzo, la incertidumbre del futuro y la determinación de seguir adelante a pesar de los desafíos que se presentaran.

Y ahora, 50 años después, puedo mirar atrás con orgullo y gratitud por haber tenido la oportunidad de servir a España y a los españoles durante tanto tiempo.

El cierre de aquel documento manuscrito, con su expresión de gratitud hacia la autoridad a la que me dirigía y su deseo de larga vida, resuena en mi mente como un recordatorio de los valores fundamentales que han guiado mi carrera: el respeto, la humildad y el compromiso con el bien común.

A lo largo de 46 años de servicio activo, he tenido el privilegio de servir en diversas Unidades y con diversas responsabilidades dentro de la Guardia Civil, enfrentando desafíos y celebrando triunfos, pero siempre con el mismo sentido de honor y deber.

En este momento de reflexión y gratitud, no puedo evitar sentirme profundamente agradecido por todas las experiencias y oportunidades que esta Institución me ha brindado. Cada día de servicio ha sido un regalo, una oportunidad para contribuir al bienestar de mi país y de mi comunidad. Y aunque mi tiempo en activo haya llegado a su fin, mi compromiso con los valores que identifico sigue siendo inquebrantable.

Que Dios guarde muchos años la vida de todos aquellos que han dedicado su vida al servicio de los demás.