El 30 de enero de 1847, el fundador y primer Director General de la Guardia civil, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, emitió una circular en la que ordenaba a los comandantes de puesto que no facilitasen nunca los nombres de aquellas personas que facilitaban cualquier información sobre delincuentes o actos delictivos.
Desde la creación de la Guardia Civil, una de las principales fuentes de información sobre delincuentes y hechos delictivos fueron los confidentes. El Duque de Ahumada, tras observar que los comandantes de puesto solían citar en sus partes el nombre de las personas de quienes habían recibido avisos para la persecución de malhechores u otro servicio, decidió dictar dicha circular “porque si la comunicación se extravía, pueden seguirse gravísimos perjuicios al que ha prestado el servicio de denunciar los delincuentes, y retraerse todos los habitantes de la provincia”.
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