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El Gobierno cede ante Bildu y derogará la Ley de Seguridad Ciudadana. La reforma incluye la eliminación de material antidisturbios y la rebaja de las sanciones por faltas de respeto y desobediencia a los agentes. Es la noticia, pero hay más...

Se pretende que se pierda el principio de autoridad, que los agentes pierdan el principio de autoridad, su capacidad para defendernos, para defender la Ley, es dejarlos sin medios jurídicos y legales, los materiales ya se los han ido quitando poco a poco y en cuanto al personal, vemos como cada vez hay menos agentes y en algunos territorios se pretende que no haya ninguno o que se sustituyan por otros más afines, más sumisos, más politizados, con un único fin, que algunos actúen con impunidad, que puedan saltarse el principio de legalidad; todo orquestado desde partidos, que cuestionan el propio Estado y cuyo fin es acabar con la convivencia pacífica, partidos que apoyan y defienden el terrorismo, que han conseguido equiparar a víctimas y verdugos, partidos que luchan desde las instituciones, y han conseguido, elevar al delincuente a referente moral de la sociedad, que pretenden llegar y sumirnos en el caos, para su propio beneficio, que, en definitiva, ya han anunciado en más de una ocasión que no es otro que acabar con el Estado de Derecho, con la Constitución.

Les quitamos las herramientas legales a los policías para actuar contra los delincuentes y los violentos, cuando estamos viendo sucesos recurrentes, en que los delincuentes agreden a policías con total impunidad cuando estos están ejerciendo su trabajo, policías que tienen que enfrentarse a situaciones complejas sin medios y en ocasiones sin apoyo, que tienen que ver como sus vehículos oficiales son embestidos sin importar la vida de los propios agentes, o sus vehículos particulares son quemados porque el agente molesta en una determinada población, vemos que se asesina a los agentes por un poco de “mierda”, comprobamos que la vida y la integridad del agente vale menos que un fardo de droga, y le damos impunidad y herramientas legales precisamente a quien no respeta las leyes ni el orden, a quien agrede a los agentes, vemos como los propios delincuentes se erigen en referentes morales y son defendidos por políticos, en ocasiones propuestos para recibir homenajes y premios a su falta de respeto a la vida del agente, del ciudadano o a la propiedad privada.

Ahora, quien tuvo en su mira a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, llegados a la política aupados por terroristas y delincuentes, amordazan legal y políticamente a los agentes, deciden no dotar de medios ni de personal a quienes tienen que velar por nuestra seguridad, permiten, se silencia y se aplaude desde la política las agresiones a los policías.

Todos tenemos claro que cuando se les quita legitimidad y se les arrebata el Principio de Autoridad, es cuándo llegamos al verdadero caos, es cuando nos sumimos en una sociedad en la que a quienes deben velar por hacer prevalecer el Estado de Derecho, la libertad y el orden público, se les ordena no actuar, ni siquiera en defensa propia, una sociedad en la que nadie tiene obligaciones, donde solo unos pocos tienen derechos, donde la policía no solo es cuestionada, sino agredida y atacada, donde nadie respeta a nadie, sin temer a las represalias.

Pero no solo se está perdiendo el principio de autoridad, uno de los factores fundamentales que sustenta el Estado de Derecho y el sistema democrático, que hace que podamos ejercer nuestro derecho al ejercicio de las libertades, y poder hacerlo de forma plena, pero también nos obliga a que observemos un estricto respeto al derecho de los ciudadanos a vivir en paz y con garantías, hoy por fin, quienes nos asesinaban, simplemente por ser guardias civiles o policías nacionales, quienes odian nuestra libertad, nuestro estado de derecho, quienes odian a los que deben velar por garantizar el orden público y el estricto cumplimiento de las leyes, quienes durante décadas amordazaron, asesinaron, extorsionaron y expulsaron de sus hogares a miles de ciudadanos decentes e inocentes, terroristas, delincuentes en potencia, han decidido, con el beneplácito del propio Gobierno que debería velar por proteger a quienes nos protegen, han conseguido una sociedad donde dejará de existir el principio de autoridad, sabiendo los primeros y espero que ignorando los segundos, que nos hemos convertido en una sociedad donde se ha instaurado el principio del caos.

Hoy, algunos dirigentes políticos, anteriormente llamados de otra forma por su actividad delictiva y su cercanía a los delincuentes, que han venido apoyando y defendiendo a los asesinos, elevándolos durante los últimos años en héroes, intentando favorecer de forma sectaria a quienes les han aupado al poder, que jamás han condenado la violencia de los suyos, pero que han venido criticando, por activa y por pasiva, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, precisamente por defender la ley, por proteger a la sociedad, por luchar contra la delincuencia y el terrorismo, que cada día actúa más impunemente, dirigentes que hoy han impuesto su voluntad contra la ley, azuzando, con sus medidas, a delincuentes contra la policía, criminalizándola, cuestionando todas y cada una de las actuaciones policiales contra colectivos concretos, intentando vender que la Policía es el verdadero enemigo de la sociedad y no ellos, que pretenden romper la convivencia y por tanto acabar con el Estado de Derecho y con la Democracia, propiciando el caos y el desgobierno, la criminalidad y la inseguridad ciudadana, impidiendo a la Policía hacer cumplir las leyes, ejercer el control, establecer el orden, salvaguardar la integridad física y proteger las propiedades de los ciudadanos.

Pues ya hemos llegado a ese momento en que se ha conseguido lo que se estaba buscando en realidad, la ausencia definitiva del Principio de Autoridad, lo que se ha conseguido es el caos, que permite, a partir de ahora, eludir otro principio básico, el de Legalidad.

Y sí, también se ha conseguido, quizás es lo que estos grupos políticos, cercanos y afines a terroristas y delincuentes de todo tipo y pelaje, que en algunos casos fueron correligionarios de los mismos, metidos en política para favorecerlos, y poder acabar de un plumazo con el Principio de Legalidad, ese principio tan necesario que hace que prevalezca el imperio de la ley sobre cualquier actividad o función del poder público, es ese principio, por el cual un gobernante, un político, un ciudadano, no puede actuar de manera arbitraria y contraria a lo establecido por la Ley y por la Constitución.

De acuerdo con el Principio de Legalidad, no importa con que el gobernante o el político en cuestión haya sido elegido para ocupar su cargo por votación popular ni que, al ganar una elección, haya sido investido como gobernante o dirigente político, nacional, regional o municipal, ya que todas sus medidas deben ser sometidas, estar de acuerdo y acatar la Ley.

Solo cuando el político desde un Ayuntamiento, una Diputación, una Autonomía o un Estado respeta el Principio de Legalidad, se puede decir que se ajusta a lo que en definitiva es un verdadero Estado de Derecho. El propio Principio de Legalidad, el propio Estado de Derecho, encuentra su límite en la Constitución y en las Leyes, el Principio de Legalidad es el que garantiza en definitiva los derechos y libertades del individuo, e impide al que ejerce el poder actuar de forma arbitraria.

Cuando se pretende acabar con el Principio de Autoridad que hemos concedido a las instituciones, entre ellas a la nuestra Policía, para preservar el orden, garantizar el cumplimiento de las leyes, ya sea en el ámbito nacional, autonómico o local, lo que se intenta y se pretende, no es otra cosa que asegurar un sistema caótico, y no olvidemos que un sistema caótico es un sistema que carece de toda ley, el caos no es otra cosa que “confusión y desorden”, donde no está asegurada la convivencia ni la integridad del individuo, ni la propiedad privada, donde no se asegura el Estado de Derecho ni la Democracia, un sistema caótico donde los gobernantes pueden saltarse el Principio de Legalidad, saltándose por tanto de forma impune las leyes, sabemos que está sucediendo ahora, y al quitarle el Principio de Autoridad a quien debe perseguir el delito, a la Policía, se aseguran la impunidad de sus actos.

Pero todo esto va más allá, a través de la pérdida del Principio de Autoridad, de la pérdida del Principio de Legalidad, se busca la ausencia de cualquier poder público, la supresión del Estado, se va a dotar a los violentos armas legales frente a quien debe protegernos, precisamente de ellos mismos, de los propios delincuentes. Una situación, en definitiva, para que “reine el caos”.

Fijándonos un poco, podemos darnos cuenta en qué lugares, y desde que instituciones, desde que asociaciones, desde que partidos políticos se está promoviendo, el que ciertas instituciones (como la policía) pierdan el Principio de Autoridad, precisamente son los que intentan saltarse impunemente el Principio de Legalidad, para favorecer al delincuente.

Antonio Mancera Cárdenas, guardia civil retirado