En una sociedad democrática y madura, las instituciones que velan por el cumplimiento de la ley merecen no solo respeto, sino protección.
Y cuando una de esas instituciones, como la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, es objeto de ataques velados o maniobras de descrédito, la obligación moral y cívica de defender su labor se convierte en imperativo.
La UCO no necesita presentaciones. Su trayectoria habla por sí sola: investigaciones de alta complejidad, muchas de ellas decisivas para combatir la corrupción, el crimen organizado y las tramas delictivas que han afectado a las estructuras más sensibles del Estado. Y todo ello con una profesionalidad impecable, lejos del foco mediático, centrados en la verdad y en el cumplimiento riguroso de la legalidad.
En este contexto, conviene recordar una frase que sigue siendo guía moral y operativa para quienes visten el uniforme de la Guardia Civil. El artículo 6º de la Cartilla del Duque de Ahumada, fundador del Cuerpo, establece con claridad: “El Guardia Civil no debe ser temido sino de los malhechores; ni temible sino a los enemigos del orden.” Pocas palabras definen con tanta precisión el espíritu de servicio que encarna la UCO. Porque no hay amenaza mayor para quienes viven fuera de la ley que una institución incorruptible, técnicamente preparada, y moralmente comprometida con el bien común.
Por eso intentan desacreditarla. Por eso traman, insinúan, o buscan enturbiar su imagen. Y lo hacen, en ocasiones, desde la cobardía del subterfugio, recurriendo a disculpas peregrinas —vestidas de periodismo o mal camufladas de investigación— con las que algunos pretenden desviar la atención y eludir responsabilidades. Pero los hechos, como el trabajo de la UCO, son tercos. Y su prestigio, forjado durante años en cada operación, en cada prueba obtenida con rigor, no se deshace con declaraciones interesadas ni con estrategias de distracción.
La UCO, al igual que el resto de las unidades de la Guardia Civil en particular y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en general, no actúa con sesgo político, ni se pliega a intereses partidistas. Actúa allá donde la justicia la requiere, sin importar la demarcación territorial ni el color de las siglas afectadas.
Esa independencia, ese compromiso con el Estado de Derecho, es lo que le otorga su verdadero valor. Frente a las dudas interesadas, reafirmamos nuestra confianza. Frente a los intentos de confusión, defendemos la verdad. Y frente a los ataques, respaldamos con orgullo a quienes cada día luchan, con honor y entrega, por una España más justa. Como señala, con sabiduría, la Cartilla de nuestro fundador el Duque de Ahumada, el guardia civil debe ser “prudente, sin debilidad, firme sin violencia y político sin bajeza”.
La UCO encarna hoy, con ejemplaridad, ese ideal: firme con el delito, pero siempre justa con el ciudadano. Gracias, UCO. Por seguir haciendo lo correcto, incluso cuando algunos quisieran lo contrario.
José M. Corral Peón
Comandante (R) de la Guardia Civi