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El 26 de agosto de 1959, mediante Orden General número 32, de acuerdo con lo que dispone la Ley 47/1959, de 30 de julio, sobre regulación de la competencia en materia de tráfico en el territorio nacional, se encomienda al Cuerpo de la Guardia Civil la labor ejecutiva en todo lo relacionado con la regulación del tráfico y la vigilancia de carreteras.

Desde sus orígenes, el 10 de abril de 1845, un año después de la creación de la Guardia Civil, el propio Duque de Ahumada expresó en una circular interna su preocupación por la vigilancia de los Caminos Reales. Mediante Decreto de 22 de febrero de 1929 del Ministerio de Obras Públicas, se creó el Cuerpo de Vigilantes de Caminos, con misiones sobre Circulación, Transporte y Policía de Carreteras. Después de varios antecedentes normativos, en 1934 se promulgó el primer Código de la Circulación, que constituyó el texto legal regulador de todo lo concerniente al tráfico rodado.

Por Ley de 8 de marzo de 1941 se creó un nuevo Cuerpo, denominado Policía Armada y de Tráfico y se suprimió el Cuerpo de Vigilantes de Caminos. En la década de 1950, se inicia en España el “boom” automovilístico y se hace necesario disponer de unas fuerzas específicamente dedicadas a la vigilancia de la circulación. Finalmente, la Ley 47/59 creó la “Jefatura Central de Tráfico”, organismo autónomo dependiente del Ministerio del Interior que ejerce las competencias que este tiene atribuidas en materia de tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, y eliminó el Cuerpo de Policía Armada y de Tráfico.

La responsabilidad de la seguridad en las vías de comunicación terrestres españolas había recaído prácticamente de forma continua desde su creación en la Guardia Civil, constituyendo desde la fundación del Cuerpo en 1844 una de las principales preocupaciones del Duque de Ahumada. Esta circunstancia se fue consolidando a través de diferentes normativas hasta que, finalmente, a finales de agosto de 1959 se acordó crear una nueva Unidad que atendiera con carácter de prioridad esta misión y que estuviera en condiciones de ser un instrumento eficaz, capaz de responder a la gran confianza depositada en el Cuerpo.

Esta misión fue asignada a la Agrupación de Tráfico, al mando de un Coronel, y con una plantilla de 402 Guardias Civiles en las especialidades de motoristas, atestados, conductores y mecánicos, encargados de la vigilancia, protección y auxilio a los usuarios de las vías públicas, con personal especialmente instruido y con los medios técnicos necesarios.

La primera unidad se dispuso sobre la N-V,  en el tramo comprendido entre Madrid y Talavera de la Reina. El primer servicio se realizó en la madrugada del 6 de septiembre de 1959, cuando se salvó la vida de una niña gravemente enferma, a la que se le abrió paso por el centro de Madrid, hasta ser ingresada en una clínica de la capital. Con la presencia del Cuerpo en las vías de comunicación, comenzó a extenderse "un aire de alivio entre quienes suspiraban por el orden total en las carreteras, porque la sola presencia de los Guardias Civiles era suficiente para estimular la prudencia."

En la actualidad, el Ministerio del Interior ejerce sus competencias sobre el organismo autónomo Jefatura Central de Tráfico a través de la Dirección General de Tráfico. Hoy en día la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil se estructura en 15 Sectores, 38 Subsectores y 196 Destacamentos, en los que se integran los 10.500 hombres y mujeres que la componen, los cuales realizan anualmente más de 456.000 patrullas preventivas en materia de Seguridad Vial y recorren algo más de 102 millones de kilómetros por las carreteras españolas. Durante las mismas, una parte importante de su actividad está destinada a socorrer a los ciudadanos, con más de 231.000 auxilios y servicios humanitarios al año.