La Guardia Civil comienza su despliegue extrapeninsular a finales del siglo XIX, llegando a tener desplegados solamente en Cuba 5.280 efectivos.
El 27 de octubre de 1895 tuvo lugar la defensa del Puesto de Dolores por parte de once guardias civiles, al mando accidental del guardia civil Santa Eulalia que, pese a las propuestas de mejora realizadas a las fuerzas rebeldes y tras sus posteriores amenazas, hubo de enfrentarse a más de 300 insurrectos comandados por Moreno Rojas, quien había amenazado con tomar el fuerte y destruirlo al día siguiente a las nueve de la mañana, mediante cuatro bombas de dinamita y 300 hombres que tendría sitiados.
Ante la solicitud de rendición de la guarnición y lejos de intimidarse, Santa Eulalia respondió con la siguiente epístola:
“Muy señor mío: Enterado de su atenta carta debo manifestar que soy muy español y sobre todo pertenezco a la Benemérita Guardia Civil… prefiero mil veces la muerte que yo serle traidor a mi patria… ¡Viva España! ¡Viva nuestro Rey! ¡Viva la Guardia Civil!... Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo, para que se lleven su merecido…”.
La firme respuesta del Guardia Santa Eulalia a las conminaciones a la rendición por parte de los atacantes granjeó el respeto del cabecilla Moreno Rojas el cual finalmente decidió desistir de su empeño abandonando el lugar:
“Ruego a usted dispense; desde hoy como defensores de una idea, seremos enemigos, pero en lo tocante a nuestra personalidad, puede usted contar con un buen amigo y servidor…”.
Dos años después, bajo la dirección del general Weyler, la Guardia Civil acometería el papel de contrainsurgencia en la isla. Finalmente, España debió ceder sus últimos territorios: Cuba, Filipinas, Puerto Rico. El resto (las Islas Marshall, las Gilbert, Micronesia, Palaos…) sería vendido o cedido en 1899.