El 3 de noviembre de 1859, mediante Real Orden, se dispuso que toda la fuerza de Caballería de la Guardia Civil fuera dotada con carabinas del modelo de 1853.
Estas carabinas se irían entregando igualmente en algunos Tercios, a medida que las fábricas a cargo del Cuerpo de Artillería proporcionaran número suficiente para ello.
Asimismo, la propia norma otorgaba al Director General del Cuerpo la posibilidad de distribuir 200 carabinas disponibles en ese momento del modo que considerara más conveniente, si bien instaba a la fabricación de las restantes a la mayor brevedad, siempre y cuando las necesidades del servicio lo permitieran.









































































