El novio de la muerte, un cuplé convertido en canción legionaria, aunque no se trate de su himno oficial. Un cuplé interpretado por Lola Montes fue lo que entusiasmó a la Duquesa de la Victoria, quien contrató a la artista para que fuera a cantarla a Melilla y motivar así a las tropas que estaban llegando a Marruecos para la guerra.
La noche del 20 de julio de 1921, la artista Lola Montes actuaba en el teatro Vital Aza de Málaga. En esa función estaba presente María del Carmen Angoloti y Mesa, Duquesa de la Victoria, que sería enviada por la reina Victoria Eugenia a Marruecos para dirigir la misión de ayuda humanitaria de la Cruz Roja durante la guerra del Rif.
La letra llevaba la firma de Fidel Prado, mientras que Juan Costa compuso la música. Cuenta la épica historia del camarero onubense Baltasar Queija Vega, el primer legionario fallecido en combate en el norte de Marruecos.
Según la leyenda, este soldado había escrito unos versos antes de morir en la batalla y que sirvieron como fundamento de la tonadilla. "Somos los extranjeros legionarios, el Tercio de hombres voluntarios que por España vienen a luchar...", hallaron en los bolsillos del soldado.
La obra de Prado y Costa fue estrenada por la artista Mercedes Fernández, popularmente conocida como Lola Montes, en el desaparecido teatro malagueño Vital Aza el 20 de julio de 1921. El éxito del cuplé fue de tal calibre que Lola Montes viajó hasta Melilla y cantó allí El novio de la muerte para subir la moral de las tropas españolas tras el desastre de Annual.
Allí, en el Teatro Kursaal de la ciudad autónoma, la escuchó José Millán Astray, fundador y jefe de La Legión, quien decidió darle unos toques a la obra original para que sirviera como música de marcha en plena crisis política y militar con Marruecos.
¿Qué cuenta 'El novio de la muerte'?
Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario
que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón.
Más si alguno quien era le preguntaba
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera
defendiendo su Bandera
el legionario avanzó.
Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.
Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.
Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama
para mi un puesto reclama
que buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!