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Antonio Cascales, ingresó en la década de los 80, en plena transición y el los peores años del terrorismo de ETA

Inmediatamente fue asignado a la lucha antiterrorista, circunstancia que le llevó a ser testigo de numerosos acontecimientos de aquel momento histórico en diferentes lugares de la geografía española: País Vasco, Cataluña, Madrid y sur de Francia. Es una persona que se ha hecho a sí mismo como escritor y que ha vivido la Guardia Civil de forma intensa.

En su currículo cuenta con varios premios literarios, entre otros: certamen de microcrímenes de Falsaria 2012; 2.º premio de relatos cortos organizado por el Ayuntamiento de Lorquí (Murcia), dentro de la celebración de la II Semana Cultural 2013, y el Premio del Público del X Certamen de Narrativa Breve 2014 de la Asociación Canal Literatura...

Hoy le entrvistamos para TRIBUNA BENEMËRITA al haber publicado su primer libro con su nombre real, porque Antonio Cascales es un escritor prólifico, pero que hasta este momento ha venido publicando con un pseudónimo. Hoy conoceremos al guardia civil y al escritor y conoceremos su obra.

– ¿Cómo y por qué decidiste ser Guardia Civil?

A principios de los años ochenta la situación laboral en España era muy precaria, a la crisis económica se sumaba la incertidumbre política, tampoco tenía vocación por ninguna profesión concreta, así que terminé el bachiller, y como era hijo del cuerpo, a los dieciocho años ya podía opositar, lo hice e ingresé en la Academia de Guardias de la Guardia Civil de Úbeda, que era la que funcionaba en aquel momento.

– ¿En tu caso había tradición familiar? 

Sí, soy hijo y nieto del cuerpo. Mi abuelo también fue guardia civil. No fui el primero de la familia pero de momento voy a ser el último, pues no tengo ni hijos ni sobrinos que quieran seguir con la tradición.

– ¿Qué pensó tu entorno familiar cuando se enteraron de que ibas a ser Guardia Civil, precisamente en los años 80? 

No se sorprendieron, era algo de esperar. Otros vecinos se habían ido al Colegio de Guardias Jóvenes a los 16 años. Yo, como he dicho antes, finalice el bachiller y aquel mismo año oposité. Fue más duro cuando me destinaron al País Vasco, hecho que sucedió en octubre de 1983, tras la puesta en marcha del el plan ZEN (Zona Especial Norte) ideada por el ministro Barrionuevo para pacificar al terrorismo. No lo consiguió, pero una ingente masa de guardias civiles, todos los de mi promoción y los de las siguientes tuvimos que pasar por allí. Ese sí fue un verdadero trauma familiar, porque aunque ya no eran los años de plomo —los guardias civiles sabíamos defendernos y hacíamos un curso de adiestramiento especial en Fuenterrabía antes de ocupar nuestros destinos—, ETA cambió su modo de actuar y en lugar de cometer atentados cara a cara, con armas de fuego, empezó a utilizar el tiro en la nuca, los coches bomba y los atentados masivos contra objetivos civiles, casas cuartel, comercios, vías públicas... Los ochenta fueron la época más criminal de la banda asesina, sus acciones no daban posibilidad a la respuesta.

– ¿Recuerdas tu primer destino tras salir de la Academia? ¿Qué anécdotas recuerdas de esa primera etapa?

Mi primer destino fue el puesto de especialistas fiscales de Portbou, Gerona, compañía de Rosas. Los recuerdos de allí son todos maravillosos, —¿Qué recuerdos se pueden tener de los 18 años, que eran los que yo tenía cuando llegué allí y 19 cuando fui a Arrigorriaga, Vizcaya? — Portbou es uno de los pueblos más bonitos de España, su situación geográfica en la frontera hace que la historia te salga al encuentro en cualquiera de sus esquinas. Allí conocí a Walter Benjamín, un filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío que murió en Portbou en 1940 cuando huía de Hitler; tuve contacto con los escenarios por donde huyeron a Francia los exiliados del franquismo, que luego los franceses hacinaron en campos de concentración improvisados en las playas de Argeles Sur Mer —también conocí esas playas—; vi pasar centenares de trenes con emigrantes españoles que iban a la vendimia, conocí a emigrantes ilegales españoles; cerré las puertas de España a las 12 de la noche muchas veces —ja, ja, ja... Me refiero a que había una pequeña aduana de carretera en la montaña, junto al Mar, y la cerrábamos a las 12 de la noche hasta las 8 de la mañana del día siguiente—. Allí tuve contacto con el primer terrorista de ETA en mi vida y participé en su detención... Luego vendrían muchos más, hasta un total de 20, pero el primero fue allí.  

- País Vasco, Cataluña, Madrid y sur de Francia, ¿qué recuerdos te traen estos lugares?

Muchísimos, todos ellos entrañables, en todos y cada uno de ellos hay un trocito de mi corazón. Yo soy una persona que no me siento extranjero en ningún lugar, me adapto a la vida de donde estoy, a sus gentes, a sus costumbres... Quiero decir que soy feliz en cualquier parte. Cuando digo esto siempre hago hincapié en el País Vasco. Muchas de las personas que me oyen esa expresión piensan que allí un guardia civil, en aquellos tiempos, no podía ser feliz, pero la realidad es otra muy distinta. Teníamos juventud, dinero, salud y más libertad que en ningún otra parte —El tiempo libre era libre de verdad, hasta podíamos viajar a nuestras casas acumulando los día libres que allí sí se respetaban, cosa que no ocurría en el resto de las provincias españolas—. Es cierto que toda la población no nos quería, pero también que muchos sí, más de los que se puede suponer. Había que entender que la amenaza asesina de ETA no solo se cernía sobre nuestras cabezas, También lo estaban las de nuestros amigos e incluso las de las familias de las chicas que salían con nosotros, pero con las precauciones pertinentes y mucha discreción se podía encontrar gente tan maravillosa como en todos sitios, y he de decir que los mejores eran lo vascos auténticos, los de ocho apellidos. La mayoría de los oriundos de otras regiones estaban acomplejados, temían ser tildados de maquetos y los más débiles repudiaban sus orígenes y abanderaban un ultranacionalismo impropio; ahora pasa en Cataluña, donde también estuve muchos años, tengo muy buenos amigos, conocí a mi legítima y hoy vive un hijo mío.

- Como miembro de aquellas míticas promociones de los años 80, ¿qué te parece la Guardia Civil hoy?

La Guardia Civil de hoy no se parece en nada a aquella de los 80, entonces los derechos constitucionales se filtraban muy poco a poco, la mayoría de los mandos venían del franquismo y no sabían ni querían interpretar la Constitución y los derechos de los españole. Recuerdo —no fue un problema mío— que algunos compañeros querían vivir en pisos alquilados y no les dejaban; la negativa no obedecía a ninguna norma constitucional; y si algo encontraban se encontraba regulado por escrito al respecto era preconstitucional. Yo he oído decir a un capitán de la época: «aquí la Constitución soy yo. En los cuarteles de su compañía no hay otra». Entonces yo era joven y me allanaba mejor a esas bravuconadas, pero con el tiempo también me crecieron los espolones y esas imprecaciones contra la carta magna me trajeron algún dolor de cabeza. Hoy esos recuerdos están cubiertos por la pátina del tiempo que siempre lo dulcifica todo. Hoy sé que uno de los principales errores de la transición fue no formar a los funcionarios veteranos, imbuirlos del espíritu democrático. Este fue calando en la Guardia Civil muy poco, con la tasa anual de reposición, vamos... Ya no queda ninguno y como he dicho antes, su recuerdo son anécdotas de un pasado que, como tal, siempre se nos antoja bonito.

- Actualmente destinado en el Sector de Tráfico de la Región de Murcia, ¿Qué es para ti la Agrupación de Tráfico?

Este tema me duele mucho. Yo conocí una Agrupación de Tráfico donde la misión principal era dar una seguridad integral a los usuarios de las vías. Entonces no había GPS, teléfono móvil ni nada que se le pareciera; una familia podía tener una avería y estar varias horas tirada en el borde de la carretera, las normas nos exigían recorrer las demarcaciones a primera hora y antes de retirar los servicios para comprobar que esto no sucediera. Las transmisiones eran rudimentarias, la mayoría de las veces nos enterábamos de los accidentes porque otros usuarios nos veían al pasar y nos los comunicaban —nos veían porque estábamos en la vía. Hoy las patrullas no patrullan, su trabajo es controlar, solo controlar—. Hoy la seguridad del ciudadano se ha depositado en su teléfono, en el GPS, en las cámaras de control remoto, en los radares fijos y nuestro trabajo ya no es auxiliar y dar seguridad, no gratifica de la misma manera, nos sentimos parte de la maquinaria del control de carreteras, no de un dispositivo de seguridad integral. El ciudadano ya solo nos ve cuando lo vamos a denunciar, si no comete ninguna infracción no hay contacto y eso nos deshumaniza y cambia el concepto benemérito que la sociedad tenía de nosotros y que tanto nos costó conseguir. Mucha gente viene a la especialidad con ilusión y a los pocos años se va desencantada y se vuelve a seguridad ciudadana, a fiscal o a cualquier otra especialidad donde el factor humano sigue siendo fundamental.

20211105 191433- Aunque no es tu primera novela, SOLO ANTE EL PASADO es tu primera novela firmada con tu nombre real, ¿Qué ha supuesto este importante paso para ti?

No ha supuesto mucho, uno se siente más orgulloso cuando ve en las estanterías su nombre real que cuando lee su seudónimo. No obstante la experiencia me ha demostrado que lo del anonimato dura muy poco en la sociedad actual, hoy todo el mundo lleva una cámara fotográfica en bolsillo, quiere inmortalizar los momentos y luego publica las imágenes en las redes sociales, así que al final siempre saben quién eres, dónde vives y a qué te dedicas, por eso dejé de usar el seudónimo.

- ¿Quién es Antonio Marchal-Sabater? 

Antonio Marchal-Sabater soy yo. Marchal y Sabater son los apellidos de mis dos abuelas, los que no llegan a los hijos y mucho menos a los nietos, en honor a ellas los adopté yo, pero si tiramos de registro civil son los míos, el tercero y el cuarto. Una manera de pasar desapercibido que como ya he dicho antes ha resultado imposible, no obstante ahora los utilizo en algunos lugares como tercer apellido, de ahí el guion que los separa.

- ¿Volverá a escribir algún día Antonio Marchal?

No se puede decir nunca que no. Puede que vuelva a utilizarlo, sí, o lo hará Antonio Miguel Cascales García Marchal-Sabater. ¿Quién sabe? No es una puerta cerrada. A mi hermano y a algunos primos míos que celebraron ese seudónimo les ha dado pena que lo abandonara, así que a lo mejor, en su honor, lo retomo otra vez. Como John le Carré, que aunque todo el mundo sabía que era John Moore Cornwell y que era agente del MI 5 nunca se apeó de su querido seudónimo.

- ¿Qué te ha hecho precisamente ahora publicar con tu nombre?

Principalmente la editorial. Pero yo ya llevaba un tiempo planteándome descubrir mi auténtico nombre porque ya casi todo el mundo sabía el real.

Otros libros tuyos son:

  • EPITAFIO PARA UN EXTRAÑO
  • BAJO LA CRUZ DE LORENA
  • OIZ 1985
  • DASHA

SmartSelect 20220527 102237 WhatsApp- Háblanos de ellos

Epitafio para un extraño es la historia de un hombre que desapareció los primeros días de la guerra civil en Barcelona y del que nadie supo hasta que apareció su cadáver. Tras el hallazgo es cuando el detective que intenta atribuirle su personalidad descubre al verdadero personaje que se escondía detrás de su apariencia. La historia también nos cuenta las vicisitudes de las Olimpiadas Populares, unos juegos olímpicos organizados por España, en Cataluña, durante el verano de 1936 como contrapunto a los oficiales, que eran en Berlín y organizó Hitler. Por supuesto no llegaron a inaugurarse porque el día que estaba previsto el evento era el 18 de julio de 1936 y ese día estalló la guerra civil.

Bajo la Cruz de Lorena es un homenaje a los exiliados del franquismo que salieron de España por Portbou y fueron maltratados y humillados durante los primeros años de su nueva vida; personas que sabían hacer la guerra y organizaron la resistencia francesa. Ese movimiento liberador del que hoy Francia se siente tan orgullosa lo iniciaron los españoles que, tras el armisticio francoalemán, se quedaron atrapados, proscritos y perseguidos por los mismos franceses, que solo un mes antes los habían reclutado a la fuerza para luchar contra los alemanes, y por los propios nazis. El comportamiento francés de la época no fue nada gratificante ni honorable.

Oiz 1985 es la historia de una vivencia mía, un accidente de avión sucedido en febrero de 1985 en las laderas del monte Oiz, Vizcaya, que, primero se trató como un atentado de ETA y luego el gobierno cambió la versión a accidente, el juzgado de Guernica lo archivó como tal y sus causas nunca se supieron porque todas las que Iberia presentó fueron rebatidas profesionalmente por los interesados. Yo fui de los primeros guardias civiles en llegar al lugar de la tragedia apenas dos horas después de que sucediera. El lugar era muy inhóspito y bastante inaccesible, y yo con 20 años muy ágil y atlético, ese es el verdadero motivo por el que acompañado de unos pocos más de mi quinta nos encontramos solos ante la desolación y la muerte.  

Dasha es la historia, o más bien mi peculiar denuncia, de la trata de blancas a la que Europa se ha visto sometida tras la caída de la URSS, una historia que empieza mucho antes de todo eso, en los infaustos Gulag de Stalin

- ¿De cuál de ellos guardas mejor recuerdo, de cuál te sientes más orgulloso?

De todos ellos me siento igual del orgulloso, pero el que más huella ha dejado en mi corazón ha sido Bajo la Cruz de Lorena, esa novela es muy importante para mí. Mantener viva la llama de aquellos españoles que defendieron la democracia en suelo extraño es un honor.

- ¿Dónde podemos encontrar todos tus libros?

Algunos de ellos, los más modernos, aún se venden en librerías o se pueden pedir, y todos a través de las tiendas online. No voy a decir ninguna en concreto, pero todas las librerías online los tienen.

- Además de tus libros has publicado artículos de opinión en la prensa regional ¿Hay tiempo para todo?

Sí, solo es cuestión de organizarse —y abandonar otros quehaceres que también son importantes... —, esto último es la sempiterna queja de mi querida esposa.

- ¿Es fácil compaginar escritura y servicio?

Sí, sí lo es. La escritura se puede compaginar con todo, solo es cosa de organizarse bien.

- ¿Qué puede esperar el lector que decida leer “SOLO ANTE EL PASADO”

Lo primero de todo pasar unos cuantos ratos agradables, lo segundo aprender un poco de nuestra historia y especialmente de la vida durante la década de los 50, un decenio que nos introdujo o propició la minifaldera década de los 60, nos puso en el mundo moderno y nos ayudó a digerir la transición de la magistral forma con la que la hicimos en los 70.

Screenshot 20220517 161035 WhatsApp- ¿Qué opinan tus jefes y compañeros sobre tu faceta de escritor?

Todos se sienten bastante orgullosos de mí —el que no lo esté aún no me lo ha dicho—; pero vamos... No creo que haya motivos para no estarlo porque yo procuro no dárselos.

- Conociendo tu experiencia ¿Qué le dirías a alguien que está opositando para formar parte del Cuerpo?

Que estudie con ahínco, que va a formar parte de la institución más valorada por los españoles y eso sí que es un orgullo.

– ¿Se desconecta del trabajo o se es guardia civil las 24 horas del día? 

Sí se desconecta del trabajo, gracias a Dios, pero nunca se deja de ser guardia civil, nunca. Es algo que lo llevamos tan interiorizado que a la menor necesidad social nos brota y no podemos ocultarlo. Los guardias civiles tenemos un amor especial por la sociedad y por nuestros vecinos que difícilmente podemos ocultar.

– Hablemos de valores ¿cree que están obsoletos los valores y principios que son esencia de nuestra Institución?

No, para nada. Esos valores se transmiten de generación en generación. Nadie puede sustraerse a ellos. Un guardia civil no es un funcionario cualquiera, es el benemérito servidor público que nunca escamotea sus obligaciones con la sociedad.

- ¿Qué es lo que más le gusta de la Guardia Civil, y lo que menos?

Lo que más me gusta el ser guardia civil con todo lo que ello conlleva. Lo que menos es el sueldo —ja, ja, ja—, por lo menos el abandono institucional: ahora mismo, por ejemplo, somos el único cuerpo policial de Europa al que no se le exige bachiller para ingresar y eso es una rémora para nuestro cuerpo hermano, la policía nacional, a los que no se les permite ocupar su clase en la escala de funcionarios, el grupo B con el sueldo y trienios que conlleva. Por no hablar de la chapuza de la equiparación que tanto PP como PSOE pilotaron engañando a nuestras asociaciones, de tal modo que ahora, sí es cierto que tenemos un sueldo similar al de las policías autonómicas, pero que luego, al pasar a la reserva activa o a retirados se nos reduce un 40 % y eso es una pérdida muy importante que nos obliga a continuar activos hasta los 65 años y después a sufrir una pérdida cuantiosa del poder adquisitivo, pues la pensión es la que le corresponde a las clases pasivas de la clase B 1 y la diferencia con el salario en activo con todas sus gratificaciones es muy grande. Sé que se nos queda un buen sueldo, soy consciente de ello, pero la diferencia es criminal, posiblemente la más criminal de la mayoría de las clases pasivas del Estado. Esto causa un grabe problema porque a esa edad, hoy en día, aún no somos ancianos a las puertas de la muerte y nos obliga a vivir durante varios decenios con un nivel de vida muy inferior al que ostentábamos en activo. Esa diferencia hay que solucionarla ya. El resto de las policías, cobran sus pensiones en función de su cotización a la seguridad social, las estatales no y eso es algo que se podría solucionar —yo no soy de los que exponen un problema y no la solución— ascendiéndonos a la clase B. Ello no supondría un incremento del sueldo, solo una readaptación del bruto al sueldo base y trienios, rebajando las gratificaciones, O sea, manteniendo el total y el neto. Para eso solo tienen que exigir el bachiller para el ingreso en los centros de formación lo que sumado a los dos años de estudios en ellos nos daría el nivel de técnicos superiores; o sea, clase B.

- Y por último ¿Qué es y qué significa para usted la Guardia Civil?

Un servicio público para la ciudadanía que si no existiera habría que inventarlo. Ten en cuenta que en buena parte del territorio español, la España vaciada por ejemplo y otros muchos lugares, somos el único servicio público de muchas personas que nos tienen para todo. Lo mismo nos llaman para ayudar al parto de una vaca que para apagar los primeros conatos de un incendio forestal o agrícola que para velar el cuerpo de una anciana que ha muerto y sus descendientes aún no han podido llegar. Todas estas acciones nos han proporcionado el título de beneméritos y esto es lo que significa la Guardia Civil para mí. Hay españoles que solo ven al Estado cuando ven a una patrulla de la Guardia Civil, solo en ese momento tienen la percepción de pertenecer a una sociedad homogénea.

Una entrevista de Antonio Mancera Cárdenas

Para TRIBUNA BENEMÉRITA