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3. Patrullal Guardia Civil en Filipinas

La Guardia Civil llegó a tener desplegados en Cuba 5.280 efectivos ya en 1895, lo cuales fueron claves para enfrentarse ese año al levantamiento simultáneo de treinta y cinco localidades

La Guardia Civil fue proyectada a mediados del siglo XIX como un Instituto armado para el mantenimiento del orden público en España, donde la inestabilidad política y la mala digestión de la Guerra de Independencia había poblado los caminos de malhechores. Los agentes, que debían comportarse a la vez como soldados y como agentes del orden, desataron una cruzada contra la delincuencia y, en particular, contra el bandolerismo que se tradujo en un enorme éxito. Solo entre 1846 y 1847 el número de aprehensiones verificadas por el Cuerpo ascendió a 40.093 maleantes (término de la época que incluía un gran número de delitos) y en pocos años sacaron de circulación a los más famosos bandoleros.

Los resultados fueron tan positivos como para que, solo siete años después de su institucionalización en la Península, se estableciera también en Cuba y en otros territorios de ultramar esta élite policial para aumentar la seguridad y proteger a las instituciones de la monarquía liberal.

El capitán general José Gutiérrez de la Concha, amigo del Duque de Ahumada, designó al capitán Agustín Jiménez Bueno para poner en marcha el primer tercio cubano. En 1869 se creó un segundo tercio para la zona occidental, en 1870 un tercer tercio para la zona oriental y en 1872 un cuarto tercio para la zona central.

La Guardia Civil tenía desplegados en Cuba 5.280 efectivos ya en 1895, lo cuales fueron claves para enfrentarse ese año al levantamiento simultáneo de treinta y cinco localidades. Se calcula que un 80 por ciento de los 30.000 combatientes rebeldes eran antiguos esclavos de raza negra, que vieron en la insurrección una oportunidad de levantarse no solo contra los españoles peninsulares, sino contra los grandes terratenientes.

Los agentes debieron enfrentarse a una revuelta de eminente carácter rural y muy dispersa. En octubre de 1896, se produjo la defensa del puesto de Dolores, provincia de Cienfuegos, por parte de once guardias civiles que estaban bajo el mando de Cándido Santa Eulalia frenta a más de 300 insurrectos comandados por Moreno Rojas. Ante la solicitud de rendición de la guarnición, la respuesta de Santa Eulalia fue rotunda:

«Enterado de su atenta carta debo manifestar que soy muy español y sobre todo pertenezco a la Benemérita Guardia Civil… prefiero mil veces la muerte que yo serle traidor a mi patria… ¡Viva España! ¡Viva nuestro Rey! ¡Viva la Guardia Civil!... Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo, para que se lleven su merecido…».

Se creó posteriormente otra sección de la Benemérita, denominada Guardia Civil Veterana, que tenía a su cargo la conservación del orden público en Manila

Un papel similar al que ejercieron en Cuba tuvo lugar en Filipinas, donde la Benemérita desembarcó entre 1871 y 1872. La Guardia Civil se estableció en algunas provincias del archipiélago filipino para llevar a cabo tareas de orden público. Integrada en gran parte por naturales del país, la unidad policial se repartió entre 222 oficiales y 1.856 guardias indígenas en seis distritos y una infinidad de puestos. Además, se creó posteriormente otra sección de la Benemérita, denominada Guardia Civil Veterana, que tenía a su cargo la conservación del orden en Manila y sus alrededores.

Las sucesivas rebeliones en territorio filipino colocaron a la Guardia Civil, que contaba con un gran respeto popular, en el epicentro de las luchas. En el famoso pueblo de Baler, donde se produjo el sitio de julio de 1898, la guarnición permanente consistía en un destacamento de la Guardia Civil con un cabo, «europeo», y cinco números filipinos, que ya habían sufrido los estragos de una rebelión previa. Entre los soldados que permanecerían en la iglesia de Baler luchando durante un año se contaba la presencia de un cabo y cuatro agentes.

Después de su salida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, la Guardia Civil aún tuvo presencia internacional tanto en el Protectorado español en África como posteriormente en Guinea Ecuatorial. Además, dentro de la División Azul enviada por la Dictadura franquista a Rusia (1942) hubo una sección de 52 guardias civiles que se dedicaron a regular el tráfico durante sus desplazamientos y campamentos, así como manteniendo el orden en el campamento español. Al irse prolongando la campaña, la unidad fue ampliando su número hasta los 320 hombres.

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