El 19 de octubre de 1850, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada y fundador de la Guardia Civil, traslada una Real Orden en la que se dispuso que todos los Jefes, Oficiales y demás individuos de Infantería debían proveerse indispensablemente de las hojas de sable o espada que necesiten para el uniforme de las construidas en la fábrica de armas blancas de Toledo.
En este sentido, tal y como se reflejaba en la propia norma, además de destacar por sus excelentes cualidades, estas hojas de sable o espada podrían obtenerse más baratas que las procedentes del extranjero, consiguiendo de esta manera proteger la industria del país y coadyuvar al sostenimiento de un establecimiento de una reputación universal.
En la misma línea, el 5 de noviembre de ese mismo año se dictó una circular dirigida a que los pedidos se hicieran directamente por los jefes de los Tercios a la Fábrica de Toledo y que se observara si llevaban el lema verdadero del establecimiento pues “en muchos talleres del reino extranjero se falsifican poniendo el rótulo de la Fábrica de Toledo”.
Apenas unos meses después de haberse creado el Cuerpo se dictó la primera norma sobre uso y adjudicación de armas blancas donde se contemplaba que para las fuerzas de Infantería se adoptaría un "sable de los que usa la Infantería del Ejército", mientras que para las de Caballería se asignase una "Espada de Línea".
A pesar de que la norma fundacional preveía dotar a todos de su correspondiente sable o espada, habrían de pasar varios años para que se llevara a efecto. La Real Orden de 25 de agosto de 1848 determinó que cuando el Real Cuerpo de Alabarderos hubiera recibido las espadas nuevas, los sables que dejase fueran entregados al Inspector General de la Guardia Civil a fin de que los distribuyera a los individuos del Cuerpo a su cargo que carecieran de esta arma.
A partir de entonces se procedió a diseñar y fabricar espadas y sables para ser portadas por los miembros de la Guardia Civil. La espada de montar modelo 1844 para Oficial de la Guardia Civil fue una de las primeras armas blancas del Cuerpo manufacturadas en la prestigiosa Fábrica de Armas Blancas de Toledo, con la que fueron dotados los oficiales de las unidades de Caballería, continuando la costumbre de la época con un modelo exclusivo de espada de montar. El uso de ésta se complementaba con el de espada de ceñir en los actos a pie.
Actualmente, de conformidad con las normas vigentes que regulan la uniformidad en el Cuerpo de la Guardia Civil, el Escuadrón de Caballería del Cuerpo portará sable con el uniforme de gran gala para desfiles y actos oficiales.