El 10 de septiembre de 1981, a las 08:27 horas, un Boeing 747 de la compañía Iberia bautizado con el nombre de “Lope de Vega” aterrizaba en el aeropuerto de Madrid-Barajas albergando en el interior de su bodega el enorme lienzo del “Guernica”
La gran obra maestra en la que Pablo Ruiz Picasso reflejó los horrores de la Guerra Civil, había permanecido hasta entonces durante más de cuatro décadas en el museo MoMA de Nueva York.
La “Operación Cuadro Grande” se desarrolló con absoluto secretismo, mientras que en las pistas del aeropuerto las autoridades dieron la bienvenida a la obra de arte ante una multitud de cámaras y fotógrafos que inmortalizaron el momento. Ni siquiera los 319 pasajeros ni parte de los 19 miembros de la tripulación sabían que la obra les acompañaba durante su trayecto. Una vez en tierra, el comandante de la aeronave, Juan López Durán, informó a los pasajeros por megafonía: “Señoras y señores, bienvenidos a Madrid. Tengo que decirles que han venido acompañando al Guernica de Picasso en su regreso a España”.
Dada su magnitud e incalculable valor, resultaba imposible concretar una póliza de seguro que diera cobertura a cualquier incidente que pudiera surgir durante el traslado del cuadro, por lo que éste voló sin asegurar, si bien para la ocasión se organizó un gran despliegue de seguridad coordinado en todo momento entre las autoridades norteamericanas y españolas.
La Guardia Civil fue la encargada de servir de escolta policial y acompañó con sus motocicletas durante su trayecto al camión que le transportaba hasta su primer emplazamiento en Madrid, el Casón del Buen Retiro, vinculado al Museo del Prado, donde quedó expuesto en medio de fuertes medidas de seguridad. Se instaló un enorme cristal antibalas y se le adjudicó una custodia permanente de la Guardia Civil en previsión de posibles ataques. Allí permaneció hasta 1992, cuando fue trasladado hasta el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de la capital española, donde permanece en la actualidad.
Unos años antes, a finales de la década de los años 70 y debido al considerable incremento en los robos de bienes culturales que afectaban sobre todo a centros religiosos, surgió en la Dirección General de la Guardia Civil la necesidad de establecer una serie de medidas que paliaran en cierta medida esta plaga. Por este motivo, se asignó a la Unidad de Servicios Especiales, dependiente de la Segunda Sección de Estado Mayor, la dirección de las investigaciones que fuesen necesarias llevar a cabo, así como la centralización de la información en todo lo relativo a robos cometidos, archivo de obras sustraídas y personas detenidas.
Posteriormente y sin perjuicio de que son varias las Unidades del Cuerpo que participan en diferentes niveles en la protección del Patrimonio Cultural, con la creación de las Unidades de Policía Judicial en el año 1987 estas funciones pasaron a ser realizadas por la Unidad Central Operativa, dependiente del Servicio de Policía Judicial, cuyo Grupo de Patrimonio Histórico está dedicado con carácter exclusivo a este tipo funciones.
De hecho, en el Reglamento de desarrollo de la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español se contempla la existencia y misiones de este Grupo, “que actuará, dentro de su respectivo ámbito territorial de competencia, en colaboración directa con el Ministerio de Cultura y con los órganos de las Comunidades Autónomas encargados de la ejecución de la Ley del Patrimonio Histórico Español en la investigación y persecución de las infracciones que contra ésta se realicen".